El debate sobre los biocombustibles

The switch from food to bio-fuel crops risks food security in developing countries Credits: CRS/Snyder

The switch from food to bio-fuel crops risks food security in developing countries
Credits: CRS/Snyder

Centenares de miles de personas que trabajan tirando las calesas para transportar personas en Bangladesh sobreviven con unos pocos dólares al día. Antes, se las arreglaban con el trabajo, pero ahora que los precios de los alimentos básicos como el arroz han aumentado en un 45% en un año, según la Asociación Nacional de Consumidores, el trabajo se ha convertido en una batalla por la supervivencia.

Caritas Alemania, en el informe titulado “Tanques llenos, platos vacíos”, afirma que las importaciones de alimentos mundiales han aumentado en un 90% desde 2000 y que este aumento obedece a la mayor demanda de biocombustibles.

Casi todo lo que comemos puede transformarse en combustible. Con el precio del petróleo a niveles sin precedentes, es más conveniente transformar las explotaciones agrícolas en fincas para la producción de biocombustibles. La Unión Europea (UE) y los Estados Unidos están promoviendo esta solución para reducir su dependencia del crudo y el gas natural.

La UE quiere aumentar la cuota de biocombustibles en un 10% para 2020. En los Estados Unidos, la producción de etanol aumentará en un 600% en los próximos diez años, en parte gracias a la subvención gubernamental de 0,51 USD por galón.

La producción de biocombustibles en la UE es muy ineficaz. Toda la superficie reservada a los biocombustibles representaba el 3% de todas las tierras de cultivos en 2006, pero satisfacía el 1,2% de las necesidades de combustible de la UE.

Los resultados son ligeramente mejores cerca del ecuador. Esto es especialmente cierto en el caso de la caña de azúcar y el aceite de palma que tienen un rendimiento por hectárea mucho mayor que la colza o el maíz.

En un país aquejado de inseguridad alimentaria como Etiopía, el Gobierno está examinando la posibilidad de reservar un superficie de 17,2 millones de hectáreas, el 6,5% del territorio nacional, al cultivo de plantas para la producción de energía. Ya se ha suscrito contratos para el cultivo de casi 200.000 hectáreas y se están negociando otros para cultivas 900.000 hectáreas más.

Los agricultores reciben una compensación, según el rendimiento del cultivo, que corresponde a su ingreso anterior, pero que es demasiado poco para vivir. A cambio, renuncian a su independencia nutricional pues ya no están en condiciones de alimentarse a sí mismos con sus propios recursos.

Las empresas están obteniendo grandes ganancias. Cada hectárea rinde casi seis veces más de lo que se le paga al agricultor. Mientras tanto, los pobres están perdiendo sus fincas, porque no disponen de los medios para pagar los intereses de arrendamiento por el aumento del valor de sus tierras.

Los economistas prevén que el número de personas aquejadas de inseguridad alimentaria en el mundo aumentará en más de 16 millones por cada incremento porcentual del precio real de los alimentos básicos. Esto quiere decir, que 1.200 millones de personas podrían padecer hambre crónica antes de finales de 2025.

Caritas Alemania sostiene que la producción de biocombustibles representa un peligro para la seguridad alimentaria, la justicia socia, la biodiversidad y el clima del mundo, y que no llega siquiera a compensar la lenta disminución de la producción de gasolina para llenar nuestros tanques.

Caritas Alemania afirma que debemos reducir el uso de vehículos a motor, aunque ello tenga consecuencias en nuestro estilo de vida.

Fuente:  Caritas Alemania

 

 

 

 

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