Los zimbabwenses pasan apuros como refugiados

Muchas personas abandonan Zimbabwe en busca de una vida mejor en otras partes, en lugar de padecer hambre y no tener trabajo en casa. Pero algunas personas dejan el país por la intimidación de que son objeto a causa de sus opiniones políticas.

Gloria* es una de ellas. Cuando vivía en Zimbabwe se expuso a la violencia y la intimidación por ser partidaria de la oposición y asistir a mítines.

“En Zimbabwe, participaba en actividades políticas, actividades de la oposición. Muchas veces me amenazaron, pegaron o persiguieron. A veces, dormía detenida en las comisarías por participar en los mítines; estos motivos me llevaron a abandonar el país, pues había dejado de ser un lugar seguro para mí” afirma Gloria.

Lejos de ser un refugio seguro, su fuga a Sudáfrica, hace varios años, le acarreó otros problemas. Tardaron tres años en darle la documentación legal que le concedía el asilo y le permitía respirar tranquila en su nuevo país.

“Fue duro. Tuve que vivir con el temor de que me arrestaran y deportaran a Zimbawe,” afirma.

Aunque no ha conseguido un trabajo y la vida es difícil en Sudáfrica, Gloria prefiere permanecer en dicho país en lugar de volver a Zimbabwe. Dice que si volviera, perdería su condición de asilada en Sudáfrica y no podría regresar otra vez.

En mayo de 2008, estalló la violencia contra los inmigrantes en una aldea cercana a Johannesburgo y se difundió por todo el país. Gloria dice que la discriminación es uno de los retos que afronta por vivir en Sudáfrica.

“He sido objeto de discriminación,” afirma, “especialmente en los hospitales públicos de Sudáfrica. Te insultan y te dicen:¡ah, abandonaste tu país donde la asistencia sanitaria no es gratuita y difundes enfermedades!”

Gloria prosigue su activismo en Sudáfrica y aprovecha su experiencia para ayudar a los demás. Últimamente, asistió a un taller sobre construcción de paz de tres días de duración dirigido por Caritas en Johannesburgo. El taller tenía por finalidad ayudar a las comunidades para que superaran sus diferencias y vivieran juntos más fácilmente.

“En el taller aprendí más sobre cómo, a partir de mi misma, hacer realidad el cambio que quería ver en el mundo,” afirma Gloria: “No espero demasiado de los demás, sino que tomo la iniciativa y hago cosas positivas en la comunidad. Comienzo conmigo misma”.

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