Níger: Una nación que sufre el hambre

In Simiri, Niger, 85 children are acutely malnourished. Caritas member, CRS delivered vegetable oil and corn-soy blend for children under 2 years old. Credits: Lane Hartill/CRS

In Simiri, Niger, 85 children are acutely malnourished. Caritas member, CRS delivered vegetable oil and corn-soy blend for children under 2 years old.
Credits: Lane Hartill/CRS

de Lane Hartill, Catholic Relief Services (CRS)

Habsu Boubacar se ha acostumbrado a pasar hambre.

Dolor de estómago, vista borrosa, dolor en las articulaciones: Habsu ha aprendido a trabajar con dolores, obligándose a tirar adelante. Se ha criado en Toudoun Jaka, una aldea llena de arena y ganado esquelético, con perros huesudos que se mueven sigilosamente entre la arena. Habsu ha aprendido a soportar esa vida.

Aprendió a mezclar agua y cascaras de mijo – lo que acostumbraba dar de comer a cabras y ovejas – y hace una especie de bebida de fango. Ha aprendido a tragar rápidamente esa mezcla marrón y arenosa, para que el sabor amargo no le dure mucho en la lengua. Se acostumbró a sentirlo en el estómago, porque rellena un espacio y así puede darle la comida de verdad a sus cuatro hijos.

Pero no consiguió acostumbrarse al ‘anza’. Esa planta ‘comestible del hambre’, que sólo los burros más hambrientos mordisquean en tiempos normales. Es fruta, pero tan amarga y dura que Habsu tiene que cocerla varias veces, para quitare el sabor amargo. Luego le añade tabaco para suavizarla. Ella se la come, como la mayoría de la gente, cuando no hay otra cosa.

El hambre en Níger es un tema constante, un problema a largo plazo, que no hace noticia en títulos de periódico. Los nigerianos sabían desde hace meses lo que pasaría. Cuando no se registraron lluvias el año pasado – por la influencia del fenómeno El Niño – todos sabían que llegaría la carestía. Sin embargo, los datos son alarmantes. La ONU estima que 7,5 millones de nigerianos —casi la mitad de la población total del país – no tienen comida suficiente para vivir.

La Confederación Caritas (que incluye a CRS como uno de sus miembros de EE.UU.) ha estado distribuyendo comida y simientes, reconociendo a mujeres y niños para ver si sufrían de malnutrición, realizando proyectos de dinero-por-trabajo y capacitación, así como sensibilizando a la población sobre asuntos relacionados con la carestía.

Nunca llovió en Toudoun Jaka el año pasado y los terrenos se secaron y agrietaron. La cosecha de mijo de Habsu se secó y se perdió, no se pudo reservar nada de grano para ella y sus 4 hijos. Ella y su marido querían encontrar una respuesta al dilema: quedarse o abandonar Toudoun Jaka. El marido de Habsu, junto con otros hombres de la aldea, decidieron ir a la capital, Niamey, donde podrían trabajar a tiempo parcial en los mataderos de ganado, un trabajo que mucha gente aquí no haría por el bajo estatus del mismo. El poco dinero contante que el marido de Habsu podría enviar a casa cubriría parcialmente la cuenta de la tienda de comestibles. ¡Dios se ocupará de lo demás, pensaron!

Habsu malvendió 3 cabras y 3 vacas —todos los animales estaban débiles y esqueléticos – para poder comprar comida. Sólo les quedan 2 cabras, ésas que están husmeando alrededor de su hija, Balki, una niña sonriente de dulces ojos marrones. En los últimos 6 meses, su delicada constitución ha perdido todo el peso extra que tenía. Sus polvorientas rodillas se ven protuberantes, respecto a sus filiformes piernas.

Balki y sus hermanos sólo comen mijo mezclado con agua, unas gachas arenosas poco nutritivas. Habsu no puede recordar la última vez que les dio de comer algo diferente. Nada de fruta, ni carne, ni verduras. Sólo gachas de mijo en cada comida. El mijo que sembró recientemente Habsu se ha secado y ahora está todo cubierto de arena. Con un poco de suerte, podría llega la lluvia, mojar los campos y hacer crecer el mijo. Pero incluso si así fuera, en los próximos dos meses no habrá nada que cosechar. Por eso, Habsu tiene un plan de reserva: el montón de platos que está al lado de su hundida cama con dosel. Ella los venderá para comprar comida. Hasta entonces, lo que hay son cascaras de mijo y esa horrible fruta verde, anza.

Este relato fue publicado por primera vez en el sitio web de CRS http://crs.org/niger/hunger-pains-a-nation/

 

 

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