Un niño fuera de su casa destruida, en el distrito de Sindhuli. Foto por Prakash Khadka, Caritas Nepal
En coche tardaron más de 10 horas, serpenteando, entre los árboles caídos en un bosque subtropical y cruzando varios valles fluviales. Aquí, en el distrito de Sindhuli, los equipos de Caritas están respondiendo a la emergencia en zonas tan remotas que las comunidades que allí viven, en gran medida, han quedado marginadas de la asistencia humanitaria.
Algunos equipos de Caritas, en estrecha coordinación con el Comité de Socorro en Catástrofes del distrito, han viajado a la remota aldea de Hariharpurgadhi, hogar de una comunidad ‘tamang’, marginada desde hace mucho tiempo.
Las condiciones son tan básicas aquí que la gente temía que el sendero de tierra junto al río se inundara, incluso con pocas precipitaciones, antes de que Caritas u otras agencias humanitarias pudieran llegar hasta ellos con la ayuda.
“Los aldeanos nos solicitaban, con voz suplicante, que nos diéramos prisa, de lo contrario, una vez que llegaran las lluvias, todos los suministros quedarían fuera de su alcance, debido a las inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, que podrían bloquear la carretera”, recuerda Nagdev Yadev, un voluntario local del equipo de respuesta de Caritas.
Como la mayoría de las casas de Hariharpurgadhi estaban casi completamente derrumbadas, mucha gente estaba viviendo en los graneros, que normalmente albergan al ganado.
Kanchimaya Rumba estaba entre estas personas. Rumba cuenta con una familia de 11 miembros y ella es responsable de su alimentación, aunque ha sido casi imposible conseguir alimentos desde el terremoto. Como la mayoría de las mujeres de su pueblo, el mercado más cercano ahora requiere un viaje de todo el día para llegar: cuatro horas a pie y otras cuatro en el autobús local. Era visible su gratitud, por la ayuda de Caritas, con materiales de refugio y comida. Además agradeció mucho no sólo los suministros, sino también el esfuerzo para apoyar a los damnificados, sin tener en cuenta la política, la religión o el origen étnico: “Todas las familias necesitadas están recibiendo ayuda por igual”, dijo Rumba.
Caritas también ha conocido a Charimaya Waiba, de 30 años, una tendera ambulante de la localidad de Bauddha (Katmandú), pero que es oriunda de Hariharpurgadhi y regresó a la aldea tras el terremoto, para encontrar su casa complemente derrumbada. Como Rumba, ella y su familia viven ahora en un granero. Pero Charimaya había almacenado grano en casa, que ella enseguida, generosamente, compartió con los demás aldeanos:”Ésta es una situación de emergencia, he compartido los alimentos que tenía con los demás aldeanos, antes de que llegara Caritas a ayudarnos”, dijo Waiba.
Waiba, como muchas otras personas, expresan su preocupación y miedo por los inminentes monzones y lo que significará, por sus condiciones de vida, tener un techo para protegerlos de las lluvias torrenciales y poder recibir ayuda. A menudo plantean estas preguntas a los equipos de Caritas en el terreno, para saber si podrán contar con dicha ayuda.
Los equipos de Caritas Nepal continúan trabajando con la máxima dedicación y compromiso y en condiciones extremadamente difíciles, para llegar a comunidades como la de Rumba y Waiba, con suministros esenciales antes de los monzones y, en las próximas semanas, regresarán con material de refugio para la transición, como láminas de hierro corrugado para los techos.
El nuestro es un compromiso que no tiene una fecha de finalización. Durante los últimos 25 años, Caritas Nepal ha apoyado a las comunidades necesitadas, en el 80 por ciento del país, priorizando el apoyo a los más pobres y marginados. Con la ayuda de la comunidad de Caritas Internationalis, Caritas Nepal está extendiendo su alcance a los damnificados por el catastrófico terremoto de abril, y vamos a seguir trabajando junto a las comunidades por su recuperación.