El nivel de daños en Ecuador es sobrecogedor

En el pueblo de Pedernales uno puede percibir con todos los sentidos la destrucción provocada por el fuerte terremoto de 7,8 grados de magnitud que destrozó Ecuador. Cuando llegamos a Pedernales, me sentí agobiado por el olor a descomposición que impregna el aire del pueblo de 40.000 habitantes. El ruido de las grúas despejando escombros levantaba tanto polvo que, al igual que otros, llevábamos mascarillas quirúrgicas.

La plaza del pueblo es un panorama surrealista.  Desde el centro de la plaza, vea para donde uno vea, no quedan construcciones en pie, con excepción de una en una esquina. El caos es tal, la destrucción tan enorme que sólo puedo imaginarme lo aterrador que debe haber sido vivir el terremoto.

Caritas está respondiendo al terremoto con evaluaciones y ayuda. Foto de Eduardo Naranjo para Catholic Relief Services

Caritas está respondiendo al terremoto con evaluaciones y ayuda. Foto de Eduardo Naranjo para Catholic Relief Services

Tristemente, ya se ha cancelado la mayoría de misiones de búsqueda y rescate. Hay cuadrillas que caminan entre los escombros con perros rastreadores tratando de detectar señales de vida. Cuando no encuentran ninguna, traen a las grúas para despejar los escombros de los edificios destrozados. Tres o cuatro trabajan al mismo tiempo, llenando una fila constante de volquetes que han sido enviados para retirar los escombros.

La mayoría de personas han evacuado sus hogares y se han refugiado a la orilla de los caminos que llevan a los pueblos y ciudades.  Muchos lo han hecho porque no queda nada de sus casas, mientras que otros temen que lo que queda en pie se derrumbe en una de las numerosas réplicas que todavía se sienten. En las afueras de los pueblos no hay construcciones y eso les da un cierto sentido de seguridad.

En la primera ola de solidaridad espontánea se iniciaron esfuerzos de socorro ad hoc de grupos de ciudadanos y corporaciones preocupados y bien intencionados. Están llegando camiones desde centros urbanos con donaciones de víveres y otros artículos. Es una solución temporal y muy necesaria, pero hay gente que está quedando excluida.

En las próximas semanas, Caritas Ecuador y Catholic Relief Services empezarán a distribuir lonas y kits con artículos de higiene o utensilios de cocina. A fin de asegurar que se llegue a las poblaciones más vulnerables, se llevará un registro para ayudar a evaluar quién está recibiendo ayuda y quién todavía podría beneficiarse.

Afortunadamente para los ecuatorianos, hay una infraestructura eficiente, con el beneficio de dos puertos diferentes. Las carreteras están dañadas, pero no están destruidas. Mientras conducíamos por la costa vimos fisuras en las carreteras y áreas en donde las mismas estaban combadas y deformadas, pero afortunadamente siguen siendo transitables.

También hay una estructura de mercado sólida, lo que significa que existe la posibilidad de obtener artículos localmente. Esto les permitirá a las organizaciones comprar localmente, ayudando a impulsar el comercio y mantener a flote los negocios familiares que han sido la base de la comunidad durante mucho tiempo.

El terremoto de 7,8 grados ha sido el más fuerte en el país desde 1979, muchos edificios fueron derrumbados y carreteras a lo largo de la costa del Pacífico colapsaron, el saldo es de varios cientos de muertos. Foto de Eduardo Naranjo para Catholic Relief Services

El terremoto de 7,8 grados ha sido el más fuerte en el país desde 1979, muchos edificios fueron derrumbados y carreteras a lo largo de la costa del Pacífico colapsaron, el saldo es de varios cientos de muertos. Foto de Eduardo Naranjo para Catholic Relief Services

En las próximas semanas y meses tendremos que empezar a pensar en las necesidades de vivienda a largo plazo. Es difícil cuando la pobreza ya ha empujado a la gente a vivir en condiciones precarias.

Visitamos una comunidad que vive en una isla a unos cuantos kilómetros del epicentro del terremoto, en Muisne. Cuando ocurrió el terremoto la marea estaba baja. Cuando las edificaciones colapsaron cayeron en la arena abajo. Si la marea hubiera estado más alta, muchos niños habrían caído al agua y hubieran sido arrasados por las corrientes. La única forma de llegar a la isla es por lancha o ferry. Si hubiera habido un tsunami, la isla hubiera sido una trampa mortal.  Reconstruir en la misma isla sería irresponsable. Si volviera a ocurrir un evento similar, todos estarían en peligro. Hay que tomar en cuenta este tipo de factores.

Ahora estamos analizando posibles lugares en donde se puedan asentar viviendas temporales. Más de 23.500 personas quedaron sin techo, pero hay muchas más cuyos hogares han sido dañados y quizá no sean lo suficiente seguros como para volver a habitarlos. Esa es la gran interrogante: ¿En dónde se puede ubicar a todas estas personas?

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, estima que el terremoto provocó daños por 3.000U$ millones. Con ese nivel de destrucción, pasará mucho tiempo antes de que se reconstruyan las ciudades y la gente pueda volver a sus casas. Las agencias de socorro deben pensar en establecer campamentos y cómo proporcionar lo básico: agua, saneamiento y áreas aptas para niños. Una vez que se haya logrado esto, la tarea será proporcionar viviendas temporales y, a la larga, cómo ayudar a la gente para que vuelva a sus casas.

John Service es Asesor Técnico de Operaciones del Departamento de Respuesta Humanitaria de Catholic Relief Services. Actualmente es parte de un equipo conjunto de 12 personas de Caritas Ecuador y Mercy Corps que está evaluando los daños en Ecuador.

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