El pacto de París sobre el cambio climático necesita de acción gubernamental

El Día de la Madre Tierra será testigo este año de algo especial. Los dirigentes mundiales se reunirán en la sede de Naciones Unidas de Nueva York el 22 de abril para la ceremonia de firma inicial del acuerdo climático de París.

El acuerdo es el fruto de una complicada labor. En el arduo proceso de negociación participaron 196 gobiernos y dicho proceso culminó con la XXI Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 21), celebrada en diciembre de 2015.

Para su entrada en vigor, el acuerdo de París debe ser ratificado por al menos 55 países que representen un porcentaje estimado del 55% del total de emisiones de gases de efecto invernadero. La Confederación de Caritas es consciente de la urgencia de que el acuerdo esté vigente lo antes posible e insta a una rápida actuación. Llamamos a todos los gobiernos del mundo a evitar cualquier tipo de retraso en la ratificación y a proceder con resolución según sus normas nacionales.

El pacto de París sobre el cambio climático necesita de acción gubernamental

Un hombre recoge las hojas de un árbol en las dunas de arena en el pueblo de Guidan Kaji cerca de la frontera con Nigeria en las afueras de Diffa, Níger el 13 de febrero de 2016. Foto por Sam Phelps / Caritas

Se trata de un acuerdo histórico, puesto que marca un cambio con respecto a las previas negociaciones sobre el clima, caracterizadas por la ausencia de voluntad política. Este nuevo acuerdo dispone las normas internacionales para hacer frente al cambio climático en las próximas décadas. De manera importante, transmite el mensaje de que el cambio climático está hoy reconocido como una auténtica amenaza para nuestra población y nuestro planeta, y la cooperación coherente de todos los países es fundamental para abordarla.

Las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron más en los diez años entre el 2000 y el 2010 que en ninguna otra década desde que comenzara la revolución industrial, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Están sonando las alarmas y ha comenzado la carrera para salvar nuestro planeta y a nuestros niños de una lenta muerte. Caritas ha estado siguiendo las negociaciones sobre el clima durante varios años y, en vista del nuevo acuerdo climático de Naciones Unidas, intensificó el diálogo político con los gobiernos y con las agencias de Naciones Unidas a lo largo del año transcurrido entre la  COP20 y la COP21. Participamos en los debates con nuestra visión basada en la justicia, la solidaridad, el cuidado de la creación y la opción preferencial por los pobres, profundamente inspirados por la visión que el Papa Francisco expuso en su encíclica “Laudato Si’, sobre el cuidado de nuestra casa común”, en la cual llama a la conversión ecológica. Una delegación de organizaciones de Caritas de cuatro continentes participó en la COP21 para llevar la voz de las personas pobres y de las comunidades más vulnerables del mundo al espacio político – y tecnocrático – de toma de decisiones.

Caritas considera que el acuerdo final debería haber abordado más firmemente las causas estructurales del cambio climático y haber ofrecido mayores garantías para las comunidades desamparadas que ya sufren sus efectos. El acuerdo debería haber llamado a la transformación del predominante modelo económico basado en los mercados y debería haber marcado el comienzo de una nueva era en la que el desarrollo llevara poco a poco al respeto por el medio ambiente y la humanidad.

El acuerdo de París no ha logrado tal radical cambio, sin embargo sí supone un paso en la dirección adecuada.

Entre sus aspectos positivos están la meta a largo plazo de limitar el calentamiento global a valores “por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales” y el compromiso de “continuar con los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C”.

Existe también un mecanismo de revisión de quinquenal, el cual, si se aplica rigurosamente, puede hacer que se produzca una reducción progresiva en la emisión de gases de efecto invernadero.  La intrínseca relación entre la acción climática, el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza se hace explícita. Los países desarrollados han recibido la mayor responsabilidad para combatir el cambio climático y se han reconocido además las necesidades específicas de los países menos desarrollados y de aquellos en vías de desarrollo, así como la relevancia de la participación y de los conocimientos tradicionales y autóctonos en los programas de adaptación sobre el terreno. También se enfatiza la transparencia en todas las fases de implementación.

Con respecto a sus deficiencias, el acuerdo de París no incluye garantías vinculantes en lo referente a  los derechos humanos y al uso respetuoso de la tierra, ni tampoco para la seguridad alimentaria. No afronta los problemas de la demanda de consumo ni del comercio internacional, ignora la aviación y el transporte marítimo y es impreciso en cuanto a la financiación de las medidas de adaptación. Se basa en las tecnologías para la absorción de emisiones en lugar de poner las bases para eliminar progresivamente, de forma rápida y efectiva, los combustibles fósiles.

Aunque no representa la respuesta perfecta, el acuerdo de París es el único instrumento internacional que hoy existe y sobre el que se basarán las políticas nacionales en el futuro.

Puesto que constituye un marco internacional, el acuerdo debe ser completado a nivel nacional mediante una interpretación y una implementación que tenga plenamente en cuenta a los más vulnerables y que promueva los derechos humanos. Las organizaciones de Caritas participarán en actos de concienciación pública en sus respectivos países y dialogarán con sus gobiernos, desempeñando su papel para contribuir a la coordinación de los esfuerzos mundiales por frenar el cambio climático y proteger a las personas y a la Madre Tierra.

Celebramos la ceremonia de apertura a la firma del acuerdo de París en el Día de la Madre Tierra, sin embargo, el trabajo duro empieza ahora.

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