El invierno en Serbia fue siempre frío. En años pasados, las temperaturas llegaron a alcanzar algunos grados bajo cero. Sin embargo, este año ya llegaron a -20° C en Belgrado, mientras que en el sur de Serbia, alcanzaron -30°C. El problema no son sólo las bajas temperaturas, sino también la intensidad de las nevadas.
Estas condiciones meteorológicas extremas han causado serias dificultades y sufrimiento a los refugiados y los pobres de Serbia. Hay 7.200 refugiados y migrantes oficialmente, en Serbia. Ocho de cada diez se alojan en uno de los dieciséis albergues oficiales del Gobierno. Muchos de esos refugios ya están llenos. El resto de los migrantes duerme en el centro de la ciudad de Belgrado, o cerca de la frontera con Hungría.
Siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Sociales y su Comisariado para Refugiados y Inmigrantes, Caritas se concentra en ayudar en los centros oficiales de refugiados, distribuyendo comida, ropa y artículos para la higiene: “En los centros de refugiados y asilo de Belgrado, Presevo y Serbia occidental, Caritas está proporcionando alimentos, como productos horneados frescos y sopa caliente. La distribución procede bien, no obstante las difíciles condiciones climáticas”, señala Darko Tot, de Caritas Serbia. “En los centros oficiales de refugiados, la situación es bastantes buena”.
Según las autoridades, más de 1.200 refugiados y migrantes están durmiendo en el centro de la ciudad de Belgrado, en un cuartel en ruinas, detrás de la estación de autobuses de la ciudad. Allí encienden hogueras, para tratar de mantenerse calientes. Para los que duermen a la intemperie, la vida es muy difícil.
“La situación es muy diferente para los que duermen en el cuartel abandonado. Con estas temperaturas y las hogueras, podrían ocasionar incendios accidentales”, dice Tot.
El gobierno considera que la asistencia, fuera de los centros oficiales, incentiva a los migrantes a permanecer en condiciones peligrosas.
“Los migrantes se quejan del frío, pero no quieren ser trasladados a los centros de refugiados, ni ser registrados. A ellos les gustaría irse al norte, cerca de la frontera con Hungría, pero allí los centros existentes ya están llenos”, nos dice Darko Tot.
En el norte de Serbia, hay otros refugiados y migrantes que siguen permaneciendo a la intemperie, bajo carpas, cerca de la frontera húngara. Según sus palabras, no quieren perderse su “lugar en la cola”, volviendo atrás una vez que ya han conseguido alcanzar el confín con la Unión Europea.
Caritas Serbia también está ayudando a las familias pobres y vulnerables serbias, afectadas por el clima extremo.
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