Desde Haití con el amor

Cardinal Oscar Rodriguez Maradiaga, Bishop Pierre Dumas, and Papal Nuncio Archbishop Bernardito Auza in Port-au-Prince. Credits: Caritas

Cardinal Oscar Rodriguez Maradiaga, Bishop Pierre Dumas, and Papal Nuncio Archbishop Bernardito Auza in Port-au-Prince.
Credits: Caritas

Mensaje de agradecimiento de S.E. Mons. Pierre Dumas, Obispo de Anse-à-Veau y Presidente de Caritas Haití

Seis meses después del seísmo devastador, que destruyó las bases de la vida social de Haití, hundiendo en el luto y la consternación a numerosas familias del país, Caritas Haití, órgano de la Pastoral Social de la Iglesia, guiada por la doctrina social cristiana e iluminada por el Evangelio, muy activa en los primeros momentos de esta catástrofe natural, entre el sufrimiento del momento y el consuelo de Dios, sigue haciendo suyos hoy los gozos y las tristezas, las penas y las esperanzas, de esta población crucificada en su historia, con el fin de manifestar la compasión eficaz y la consideración de la Iglesia con este pueblo valiente.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.” (2 Cor 1, 3-4).

Caritas-Haití está muy agradecida a los diferentes miembros de la Confederación Caritas, por la ayuda generosa ofrecida a Haití durante la primera fase de las operaciones de emergencia y la calidad del trabajo de acompañamiento y la diaconía realizada, poniendo en común los dones, potencialidades, talentos, bienes espirituales y temporales, la experiencia y la pericia, al servicio de los más vulnerables entre los damnificados por el temblor de tierra.

Hoy 12 de julio, nos acordamos de esta hermosa cadena de testimonios de la caridad que acudieron, como héroes, al lugar de la tragedia para salvar vidas, aliviar el dolor, dar de beber y comer a los necesitados, para amparar, albergar y vivir una solidaridad concreta, o sea para estar allí simplemente y serlo todo, en silencio, para escuchar, dialogar y dar de nuevo esperanza a los desesperados y corazón a los desmoralizados. Por eso, es imposible no recordar a esa multitud de voluntarios, donantes anónimos, benefactores conocidos o desconocidos, comunicadores, salvadores, zapadores y bomberos de todo el planeta. Es imposible no hacer una mención especial a todos los delegados de la Confederación, que nos han visitado para manifestar su compasión y compartir nuestros sufrimientos, sin olvidar a los que día y noche trabajan discretamente, en la oficina nacional de Caritas Haití, para coordinar en el terreno, con el fin de permitir que el buen pueblo haitiano se levante lentamente y, una vez en pie, pueda tomar en sus manos su destino.

Si la gratitud, como dice el refrán popular, es la memoria del corazón, Caritas Haití quiere ser como un gran corazón, capaz de manifestar, en nombre de la Iglesia de Haití y el pueblo haitiano, su gratitud infinita a todos los miembros de Caritas Internationalis, por su testimonio de solidaridad. Porque ha sabido dar, según la visión y estrategia específica de esta gran familia, Caridad manifiesta en la emergencia, llevando la premura, respetando la dignidad de los beneficiarios, su autonomía, su responsabilidad, la subsidiaridad, la competencia, la gratuidad, la profesionalidad y la atención de corazón.

Por último, agradecemos de todo corazón esos gestos de delicadeza, confianza y benevolencia, que Caritas Haití ha recibido. Ahora se siente bien y segura para hacer frente a la segunda fase de las operaciones, que es la rehabilitación y reconstrucción, según los puntos estratégicos elaborados durante el seminario realizado en la costa Arcadins. Así mismo, podemos decir que la terrible tragedia de Haití puede permitir a toda la Confederación y a cada uno de sus miembros presentarse mejor en ámbito internacional, en la incidencia a favor de los pobres del mundo, que no pueden esperar más, esta desgracia puede al menos transformarse en una gran escuela de aprendizaje de humanidad, siendo como una cuna grande para la nueva civilización del amor y el desarrollo integral.

Termino citando a San Pablo: “Os damos a conocer, hermanos, la gracia que Dios ha otorgado a las Iglesias de Macedonia. Pues, aunque probados por muchas tribulaciones, su rebosante alegría y su extrema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad (…) No es una orden; sólo quiero, mediante el interés por los demás, probar la sinceridad de vuestra caridad. Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza”. (2 Cor 8,1-4 y 8-9).

 

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