Educación: sustancia para el pensamiento

At École Marie-Esther in Port-au-Prince, pupils are lined up before a table piled high with plates filled with steaming rice and beans. Credits: Development and Peace

At École Marie-Esther in Port-au-Prince, pupils are lined up before a table piled high with plates filled with steaming rice and beans.
Credits: Development and Peace

Development and Peace (Desarrollo y paz)

La tarde del terremoto en Haití, muchos niños murieron o quedaron atrapados en escuelas derrumbadas. Se calcula que el 90 por ciento de las escuelas en Puerto Príncipe fueron dañadas o destruidas, lo que dejó a aproximadamente dos millones de niños sin acceso a educación.

Las tasas de alfabetización en Haití ya eran bajas antes del terremoto, en comparación con con los estándares mundiales. Las autoridades haitianas enfatizaron que ayudar a los niños a volver a la escuela lo antes posible era una prioridad.

Desarrollo y Paz (miembro canadiense de la red Caritas) respondió rápidamente a este llamado apoyando a varias comunidades religiosas que operan escuelas e invirtiendo en la reconstrucción de escuelas y en formación.

“Después de un evento tan traumático, la escuela puede darles mucha estabilidad a los niños, ya que le devuelve un cierto sentido de normalidad a sus vidas”, dijo Danielle Leblanc, Encargada de Programas de Emergencia de Desarrollo y Paz. “Teníamos el deseo de recibir de nuevo a los niños, pero no había donde y muchos padres ya no disponían de los medios económicos para enviar a sus hijos a la escuela”.

Se hizo una gran inversión para poner en funcionamiento la escuelas. Mientras tanto, conforme fue avanzando el año, Caritas Italia acompañó a los haitianos en la ruta de la reconstrucción y apoyó la reconstrucción de escuelas primarias en Puerto Príncipe, Gressier, Jacmel, Thomazeau y Léogâne.

Caritas Italia también contribuyó a establecer actividades extra aula para niños, a formar a personal parroquial y a promover la educación cívica.

Desarrollo y Paz suministró fondos para darles a los alumnos una comida caliente en la Escuela Marie-Esther y en la Escuela Saint-Antoine en Puerto Príncipe. Asimismo, ayudó a cubrir los costos de las colegiaturas, que se utilizaron para comprar material didáctico y para pagar los sueldos de los maestros y maestras.

En las familias en las que el dinero era escaso después del terremoto, las comidas escolares motivaron a los niños a ir a la escuela. Comidas nutritivas como arroz, alubias o frijoles y pollo, ayudaron a los niños a concentrarse en las aulas y también ayudaron a su salud en general.

“Para nosotros es realmente importante tener una comida aquí, en este entorno de amistad, y especialmente para nuestros padres que siempre se aseguran de que tengamos comida para el almuerzo. Especialmente después del terremoto, ya que muchos de nuestros padres están pasando dificultades para encontrar comida para alimentar a sus hijos”, dijo Beverly Millford, una estudiante del noveno grado en la escuela.

 

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