Entrevista a S.E. Mons. Isao Kikuchi, Obispo de Niigata y Presidente de Caritas Japón

Bishop Isao Kikuchi, president of Caritas Japan Credits: Caritas

Bishop Isao Kikuchi, president of Caritas Japan
Credits: Caritas

El tsunami azotó su ciudad natal. ¿Nos puede decir lo que sintió cuando vio las imágenes de lo ocurrido?

Cuando vi en la tele que la ola llegaba al centro de Miyako, la ciudad en la que nací, me pareció algo increíble. Cuando era niño, nos hablaban de la posibilidad de que ocurrieran tsunamis y, con frecuencia, había periodos de alarma ante el temor de riadas. También entonces, recuerdo que nos llevaron a un lugar para enseñarnos lo alto que había llegado un precedente tsunami. Sin embargo, también nos dijeron que el rompeolas que habían construido era muy fuerte y seguro. Por eso, me pareció increíble ver el agua pasando por encima de aquel rompeolas.

¿Entre los damnificados había alguien que conocía?

Una mujer, compañera mía del jardín de infancia, perdió la casa. Fui a visitar a su familia. Estaban traumatizados pero, afortunadamente, no tuvieron que lamentar víctimas mortales en familia. Daban gracias a Dios, pero ellos tampoco imaginaron en toda su vida que algo así podía pasar. La tragedia ha causado un fuerte impacto en todos ellos.

La frase “tsunami tendenko” ha sido citada reiteradamente durante la crisis. ¿Qué significa?

Significa sencillamente: ‘si llega un tsunami sube corriendo la montaña y no pienses en nadie más’. Es la sabiduría popular de otros tiempos.

Como líder cristiano leader, ¿cómo interpreta usted eso?

Lo primero que hay que hacer es salvar la propia vida. Es como con la máscara de oxígeno en el avión, si te salvas tú, puedes ayudar a los demás a salvarse.

Usted estuvo viviendo muchos años en Ghana, que sufre también su propias crisis. ¿Notó usted semejanzas entre ambos países cuando sucede una catástrofe?

Tras el tsunami, pude ver la manera en que las personas se ayudaban entre ellas – creíamos que ese espíritu había desaparecido. En Japón, no siempre se conoce al propio vecino. Pero entonces surgió un verdadero espíritu comunitario. Lo mismo pude ver en Ghana: ese espíritu de ayuda mutual, de compartir. Si hubiera una sequía al año y todos corrieran para conseguir agua, estoy seguro de que nadie querría la muerte de los demás.

Cuando pasó el tsunami, ¿qué fue lo primero que pensó usted, en su función como Presidente de Caritas Japón?

Claro lo primero que pensé es que necesitábamos dinero, pero también que tenemos que cuidar de los corazones de la gente.

¿Cómo están ahora los damnificados de las zonas barridas por el tsunami?

Los jóvenes ya antes se estaban yendo de allí, porque era difícil imaginar un futuro próspero y encima luego llegó el tsunami.

Caritas Japón y la Iglesia católica de Japón ya trabajaba ayudando a la gente con inclinaciones suicidas, incluso mucho antes del tsunami. ¿Cree usted que esta última crisis tendrá repercusiones en el número de suicidios en Japón, que ya es muy alto?

Antes del tsunami, creíamos que había suicidios a causa de la debilidad de los vínculos comunitarios. La gente se sentía sola y aislada, perdía la esperanza ante problemas como el desempleo o las deudas, y se mataba.

Yo creo que el número de suicidios puede aumentar, ya que mucha gente ha perdido a su familia o la esperanza. Por ese motivo, los voluntarios de Caritas salen y van a escuchar a los supervivientes.

Caritas ha atraído a millares de voluntarios que ofrecen apoyo sicosocial a los supervivientes, así como ayuda a limpiar escombros y distribuir ayuda. Ustedes han conseguido atraer a numerosos voluntarios que no son cristianos. ¿Cómo cree usted que lo consiguieron?

En Caritas, decimos que somos cristianos, pero evidentemente no obligamos a la gente a convertirse. Y nuestra posición política es neutral. A los voluntarios les gusta el ambiente que se respire en nuestros centros.

Caritas Japón están ayudando a reactivar pequeños negocios. ¿Por qué esta actividad es el centro de sus iniciativas de ayuda?

Hasta que sucedió el tsunami, no sabíamos que había tantas pequeñas empresas en esta zona, fabricando piezas para grandes corporaciones. En Japón, el tapón de la botella de plástico de la coca-cola era no era blanco, sino de color. Después del tsunami, era blanco, simplemente porque la empresa que fabricaba los otros tapones fue azotada por el tsunami. Muchísimos negocios sufrieron grandes pérdidas con el tsunami.

¿Han recibido noticias de las Caritas de otros países?

He recibido numerosos mensajes y llamadas de miembros de Caritas de todo el mundo. Sentí realmente la solidaridad de los demás, no nos dejaron solos. En tiempos difíciles, había gente dispuesta a ayudarnos.

¿Hay alguna cita o canto particular de las Sagradas Escrituras que le hayan inspirado en estos meses después del tsunami?

Hay un canto religioso japonés, que cantamos durante la Misa, que en un cierto momento dice: “No podemos comprender los planes de Dios, pero nos preocupamos por su pueblo”.

Dios debe tener sus planes, pero es muy difícil decir eso a las personas que sufren. Yo creo tras esta catástrofe Dios ha diseñado sus propios planes.

¿Cuáles son la motivaciones para el trabajo de Caritas Japón?

Queremos caminar junto a la población. Las necesidades de la gente pueden cambiar con el tiempo. Queremos escuchar sus necesidades – no sólo materiales, sino también espirituales—y su llanto. Estamos intentando acompañar a los damnificados.

Viendo la devastación, parece casi imposible la tarea de reconstrucción. Aunque mucha gente de todas partes de Japón está llegando a las costas damnificadas para limpiar escombros, y ayudar así a comenzar de nuevo. Reina la sensación de que “poder conseguirlo.” ¿De dónde proviene esa fuerza?

Cuando llegó el tsunami y se pudo comprobar la inmensidad de los daños la gente decía: “Recuerden que después de la Segunda Guerra Mundial tuvimos que empezar desde cero y sesenta años después éramos un gigante. No olviden aquel espíritu e intentémoslo de nuevo”.

 

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