Oasis de tolerancia en la República Centroafricana

El arzobispo de Bangui, Dieudonne Nzapalainga (C), flanqueado por el Imán Kobine Layama (D) y el Pastor Franco Mbaye-Bondoi. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

El arzobispo de Bangui, Dieudonne Nzapalainga (C), flanqueado por el Imán Kobine Layama (D) y el Pastor Franco Mbaye-Bondoi. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

Por Matthieu Alexandre

Monseñor Dieudonné Nzapalainga va conduciendo. Al lado del Arzobispo de Bangui, en el asiento del copiloto, hay sentado un soldado ruandés de la MISCA, quien forma parte del grupo de pacificadores regionales.

En el asiento trasero, flanqueado por dos soldados ruandeses, va el Imán Oumar Kobine Layama, líder religioso de la comunidad musulmana de la República Centroafricana.

El 4×4 abandona el palacio arzobispal, donde el imán se ha estado alojando desde los sucesos del pasado 5 de diciembre. Se dirigen al aeropuerto M’Poko de Bangui.

En el aeropuerto se une a ellos Franco Mbaye-Bondoi, secretario general de la Alianza Evangélica de África Central.

Los tres hombres son los fundadores de la plataforma interreligiosa que busca el diálogo y la reconciliación. Ministros y oficiales de la armada vienen a ofrecerle al arzobispo un respetuoso saludo.

Un responsable del aeropuerto me susurra al oído: “ya sabe, el arzobispo es muy popular. La gente lo tiene en alta estima. No hay duda de que sin él el país estaría acabado. La gente ve en él la esperanza del país, más que en el presidente”.

Zapatos  fotografiados en la entrada de una mezquita en Bangassou. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

Zapatos fotografiados en la entrada de una mezquita en Bangassou. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

Durante el vuelo, los tres hombres estudian atentamente un mapa, preparándose para el viaje por el oeste del país que están a punto de realizar, más de 1.000 kilómetros por carretera esta vez.

Después de 1 hora y 45 minutos de vuelo, el avión de la ONU aterriza en la pista del aeropuerto de Bangassou, 783 kilómetros al este de la capital.

Bangassou, una ciudad de 36.000 habitantes, es el lugar de nacimiento del Arzobispo Dieudonné. De hecho, la escuela a la que asistió de niño es el espacio en el que tendrá lugar la reunión para la paz y la reconciliación.

[Tweet “““Musulmanes y cristianos viven juntos, hombro con hombro, desde hace mucho tiempo,”dice Msgr Dieudonné”]

En los pupitres se sientan católicos, protestantes y musulmanes. “Aquí nunca hemos tenido ningún problema comunitario”, ha declarado un sacerdote local. “Los cristianos y los musulmanes se llevan muy bien y comercian entre ellos. Hay incluso casos de matrimonios mixtos”.

Parece que la presencia de la milicia Seleka no ha tenido el mismo impacto en las diferentes partes del país. La Seleka tomó poder hace ahora un año, en Marzo de 2013.

Mientras que toda la población ha sufrido el terrorismo y el asalto, en algunas regiones esta situación ha llevado al enfrentamiento entre comunidades. Este no es el caso en Bangassou.

“Incluso Altaïr, un comerciante musulmán originario del Chad, establecido aquí desde hace más de 20 años, que había colaborado con la Seleka indicando casas y tiendas que merecería la pena saquear, sigue viviendo aquí sin que la población le ponga trabas”, ha declarado unos de los participantes en el foro.

Un musulmán habla durante una reunión con los líderes religiosos en Bangassou. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

Un musulmán habla durante una reunión con los líderes religiosos en Bangassou. Foto de Matthieu Alexandre para Caritas Internationalis.

Esta harmonía histórica es precisamente el corazón del mensaje que el Arzobispo de Bangui acaba de emitir.

“Musulmanes y cristianos viven juntos, hombro con hombro, desde hace mucho tiempo y hacen de la República Centroafricana lo que hoy es: un país rico en diversidad religiosa y humana. No deberíamos permitir que se perdieran estos valores de armonía”, ha expresado.

Se podría pensar que predica al convertido, pero es más que eso, está dándoles a los habitantes la oportunidad de hablar, para que puedan asegurar su propia armonía.

Musulmanes y cristianos toman la palabra y hablan de sus experiencias. La mayor parte del diálogo se realiza en el idioma Sango, pero me explican que el mensaje es a menudo el mismo. Todo lo que quieren es vivir en paz.

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