Cómo se ha reconstruido Aceh, diez años después del tsunami

Samwil nació el 24 de diciembre de 2004. En el pueblo donde vive su familia, Lamlumpu, la mayoría de los bebés nacen en casa. Si no se hubiesen dado complicaciones durante el embarazo, él también lo habría hecho pero, en lugar de ello, nació en un hospital de Banda Aceh, capital de la provincia indonesia de Aceh. Estar allí salvó tanto su vida como la de sus padres.

Un fuerte seísmo en el Océano Índico a primeras horas de la mañana del 26 de diciembre provocó un devastador tsunami que arrasó a su paso miles de aldeas en la India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia. Aceh fue la primera región y la más seriamente afectada por la ola.

En el pueblo de Samwil, tres de cada cuatro personas murieron. Encontraron a su abuelo en un estanque, a quien pudieron reconocer únicamente porque llevaba su identificación en el bolsillo. Cubiertos de barro, aquellos cuerpos que no se pudieron identificar fueron enterrados en una fosa común.

Matakin en su taller de carpintería al lado de su casa.

Matakin en su taller de carpintería al lado de su casa. Foto de Patrick Nicholson/Caritas

Matakin se encontraba en casa, en Lamlumpu, cuando la ola de diez metros de altura sobrevino. “No sabía a dónde correr”, dice. No recuerda nada de cuando estuvo atrapado en las negras aguas. Cuando recobró la conciencia, estaba colgando de un cocotero. Estaba gravemente herido, pero aun así sobrevivió. Doce de sus familiares murieron.

“Lo perdí todo. La ola me arrancó las ropas. Todo lo que me quedó en este mundo fue un anillo en el dedo y los pantalones cortos que llevaba puestos”, dice.

La destrucción fue inimaginable – el sufrimiento humano incluso peor. “O bien estabas muerto o bien ahogado o destrozado”, cuenta un compañero de Cáritas que visitó la zona poco después.

Sólo en Aceh medio millón de personas perdieron su hogar. Catholic Relief Services fue una de las organizaciones de Cáritas allí operativas tras el tsunami, trabajando con el apoyo de la confederación.

Tanto Samwil como Matakin viven hoy en una casa construida por CRS. “Estoy feliz de tener esta casa”, dice Matakin. Ahora tiene 30 años, se ha casado y ha tenido un niño. Ha construido un taller de carpintería al lado de su casa. “El pueblo ha recuperado la vida”, dice.

Cáritas intentó conectar el proyecto de construcción de casas con el de ayudar a la gente a llegar a ser autosuficiente. Ofreciéndoles dinero en efectivo o comida a cambio de trabajo procuró el empleo que reinició la economía local. Si ayudaste a construir tu propia casa, todo esto fue más una ayuda que una limosna.

Intentando reactivar la economía, Cáritas también apoyó la construcción de centros comerciales y mercados locales.

Miembro de Caritas Católica Relief Service construyó un complejo mercados locales en Banda Aceh para ayudar a la economía local.

Miembro de Caritas Católica Relief Service construyó un complejo mercados locales en Banda Aceh para ayudar a la economía local. Foto de Patrick Nicholson/Caritas

“Antes del tsunami, vendíamos nuestro pescado en la calle”, cuenta Jahrinal, que es ahora propietario de una tienda en un mercado construido por CRS en Banda Aceh. “Ahora puedo proteger mis productos del sol o la lluvia y los clientes saben dónde encontrarme. Me va bien y puedo mantener a mi familia”.

Cáritas construyó unos 9000 refugios permanentes en Aceh, además de 350 proyectos de infraestructuras, como colegios, clínicas, carreteras y mercados.

La escuela preescolar YKA fue uno de ellos. Situada en el centro de Banda Aceh, fue completamente arrasada por el tsunami. El número de alumnos y de personal docente disminuyó considerablemente – sólo 30 niños de los 600 que había regresaron tras el tsunami y 17 de los 60 profesores murieron.

No quedaba nada de la antigua escuela. “Todo lo que podías ver era el mar”, dice un profesor. El personal trabajó en equipo para vaciarlo todo y luego se reconstruyó la escuela entera por completo. Fue reabierta en 2008. “La nueva escuela tiene un ambiente bastante mejor”, dice Halimah, la directora.

Ahora cuenta con unos valores que promueven la diversidad y la conservación del medio ambiente. Los pagos de los niños que están en mejores condiciones ayudan a pagar la asistencia a la escuela de los niños más pobres. Actualmente están ampliando la escuela para incluir aulas para los alumnos de primaria.

Cerca de allí, el Centro Médico para Madres y Niños de Aceh (RSIA) contaba únicamente con 30 camas antes del tsunami. Hoy tiene 110 y un nuevo ala de cáncer en camino. “Es como un hotel comparado con otros hospitales de la zona”, dice Hasrul Syah, el director adjunto. “La gente dice que es como ir a Malasia. Es genial. Es el hospital que eligen las madres”.

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En 2004, no había centros médicos dedicados a las madres y a los niños. Ahora, la salud del niño está en consonancia con los objetivos de desarrollo del milenio. “Sin el tsunami, el centro nunca habría sido construido ni se habría mejorado la asistencia médica de madre e hijo. El objetivo de ʻreconstruir mejorʼ se consiguió aquí, explica Hasrul Syah.

Más de 700.000 individuos recibieron cuidados médicos y asesoramiento gracias a todos aquellos que apoyaron la labor de Cáritas. Acercándonos a la costa, en las zonas rurales alrededor de Meulaboh, había nuevas clínicas para las matronas, así como formación y educación pública para las madres primerizas.

“Hay una gran diferencia”, dice Ernawati, asistente de una matrona. “Es más conveniente. Hay espacio. Está limpia y hay equipamiento. Las madres utilizan la clínica. Si hay un problema, podemos trasladarlos/as rápidamente al centro médico para el tratamiento de urgencia”. Antes del tsunami, las autoridades sanitarias locales de su región decían que dos de cada tres madres morían en el parto. En 2014 son cero.

El tsunami también trajo consigo un ímpetu por alcanzar un acuerdo de paz en 2005 entre el gobierno indonesio y el Gerakan Aceh Merdeka (GAM), el movimiento separatista Aceh Libre. El acuerdo puso fin a décadas de un conflicto que se cobró aproximadamente unas 15000 vidas.

Buyung Arta era uno de los rebeldes. Estaba viviendo oculto en la selva con su esposa y sus hijas cuando el tsunami llegó. Volvió corriendo para ayudar a su aldea rural, cerca de Meulaboh. “No había rastro de vida”, cuenta. Había perdido a 23 miembros de su familia.

Buyung Arta, 50, y su hija Nurlinda, de 21 años, vive en una casa construida por CRS.

Buyung Arta, 50, y su hija Nurlinda, de 21 años, vive en una casa construida por CRS. Foto de Patrick Nicholson/Caritas

“Nosotros (los ascehneses) tuvimos que trabajar en equipo como una familia para reconstruirlo todo. La operación de asistencia internacional ayudó también, pues trajo consigo la reconciliación. Nos dio esperanza. El tsunami trajo la paz”, dice.

Su hija, Nurlinda, tiene 21 años. Hace diez años, ella vivía en la selva con él, sin acceso a la escuela. Desde 2007, vive con el resto de su familia en una casa construida con el apoyo de la confederación de Cáritas. Está estudiando salud comunitaria en una universidad local, a dos años de terminar.

No todos los programas de ayuda tuvieron éxito, pero sí la mayoría. No todas las casas siguen habitadas, pero sí la mayoría. Algunos llegaron a ser dependientes de la ayuda, no la mayor parte. El Banco Mundial la describió como la “labor de reconstrucción más exitosa”.

De vuelta en Lamlumpu, Samwil, de 10 años, y los otros niños de su clase no tienen ningún recuerdo del tsunami pero para todos aquellos que pasaron por él, el recuerdo de ese día nunca se desvanecerá. El 26 de diciembre de 2014 se reunirán para conmemorar a los seres queridos que perdieron, pero también para ofrecer un tributo a los que sobrevivieron.

Colectivamente, la gente de Aceh, con la solidaridad del resto del mundo, consiguió algo extraordinario – del barro y lo escombros construyeron un lugar más pacífico y equitativo, lleno de oportunidades.

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