Educación para niños iraquíes desplazados

Por Nikki Gamer, oficial de comunicaciones de Catholic Relief Services (CRS)

Una de las principales cosas que se deja atrás cuando una familia se ve desplazada por la guerra es la educación del niño. Si se le deja sin escolarizar durante un prolongado periodo de tiempo, las consecuencias a largo plazo en la vida y las posibilidades del niño pueden ser devastadoras.

Alrededor de una docena de niños juegan en dos grandes tiendas situadas en el áspero paisaje del Kurdistán iraquí. Estas son centros de apoyo a la infancia gestionados por Cáritas Irak y CRS (miembro estadounidense de la confederación de Cáritas), lugares seguros en los que más de 2000 niños iraquíes pueden relajarse y jugar.

Voluntarios entrenados, la mayoría de los cuales fueron desplazadas por Isis, ofrecen actividades diarias como juegos, manualidades, teatro, música y educación no formal para ayudar a reintroducir un sentido de normalidad en la vida de los niños. Foto por Kim Pozniak / CRS

“El objetivo es conseguir que al final los niños se matriculen en la escuela”, explica Courtney Lare, quien supervisa el proyecto para CRS. “Pretendemos que nuestros centros de apoyo a la infancia constituyan un puente para volver a la educación reglada”.

Uno de estos niños es Nariman Chamo, de 11 años. Como muchos de los niños que asisten a los centros, Nariman sufrió un importante trauma cuando su familia se vio obligada a abandonar su casa a causa de ISIS, en agosto de 2014. Huyeron a pie cuando los combatientes de ISIS atacaron su pueblo en el distrito de Sinjar, a unas 100 millas al oeste de Mosul.

Según informes de prensa, cientos de yazidis fueron masacrados durante el ataque. Aunque la familia de Narima, yazidis, evitó ese destino, se vieron todos atrapados en la montaña de Sinjar durante 8 días, sin comida ni agua.

La madre de Nariman, Klocher Mhe, de 34 años dice: “Nos cargamos algo de ropa a la espalda y nos fuimos con los niños en brazo”

Veía cómo sus seis hijos perdían la conciencia porque tenían hambre y estaban deshidratados. Dice que cada día sigue siendo una pesadilla: siguen viviendo con el miedo de que ISIS se lleve a los niños.

Más de 2.000 niños participan en la educación, el asesoramiento y la recreación en los centros de mantenimiento de hijos de CRS en el norte de Irak. CRS y Caritas Irak planean ampliar el programa para llegar a más niños. Foto por Kim Pozniak / CRS


Su padre, Hussain Chamo, dice: “Estos centros son muy útiles para nuestros niños porque los mantiene ocupados e implican un proceso de aprendizaje continuo”.

A pesar de lo duras que han sido y siguen siendo sus vidas, la familia está agradecida por tener los centros de apoyo a la infancia, los cuales se han convertido en lugares de “curación”.

“Cada vez que veo a alguno con una sonrisa en la boca, sé que en el fondo todo saldrá bien”, dice Klocher. “Es como si Dios nos hubiera dado una segunda oportunidad en la vida”.

La educación en el Kurdistán iraquí es algo difícil de conseguir para los desplazados. Se calcula que alrededor del 65 por ciento de los niños desplazados no asiste a la escuela porque en las clases no hay espacio para ellos. Cientos de escuelas de la región actúan también como refugios de emergencia para miles de familias desplazadas. Para cubrir las deficiencias educativas, CRS está trasladando la enseñanza del currículo oficial a los centros de apoyo a la infancia.

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