Crisis de refugiados en Lesbos: ¿Por dónde se va a Suecia?

Sara de 27 años (en la parte superior blanca), a la llegada a Lesbos en el barco de contrabandistas. Ella es siriana de Alepo. Ella viajó con su esposo, su hija de 4 años, su hijo de 3 años, y con su amiga Nermin de 20 años, que está embarazada de 8 meses. Crédito: Patrick Nicholson / Caritas

Sara de 27 años (en la parte superior blanca), a la llegada a Lesbos en el barco de contrabandistas. Ella es siriana de Alepo. Ella viajó con su esposo, su hija de 4 años, su hijo de 3 años, y con su amiga Nermin de 20 años, que está embarazada de 8 meses. Crédito: Patrick Nicholson / Caritas

“Cuando llegamos a tierra, lloramos de felicidad. Por fin nos sentimos seguros”, nos cuenta Sara, una joven siria de 27 años, que está disfrutando de su primer amanecer en suelo europeo. Menos de una hora antes, estaba en una embarcación improvisada, cruzando el negro mar Mediterráneo junto a otros 30 sirios, todos apiñados, unos encima de otros. Pero ahora está en la orilla norte de la isla griega de Lesbos, primera parada de su viaje hacia Europa. “Lo primero que hicimos fue comprobar que los niños estaban bien”, recuerda. Ella viaja con su esposo, su hija de 4 años y su hijo de 3.

Los restos de su embarcación y otras cinco o seis, que llegaron esa misma mañana, se encuentran dispersos en la playa. Los refugiados han puesto sus chalecos salvavidas en pilas ordenadas o en contenedores. Entre los escombros haya flotadores inflables infantiles, inútiles en caso de accidente. “Tenemos menos posibilidades de morir en el mar que morir en Siria, es por eso que metemos a nuestros hijos en estas embarcaciones”, dice Sara.

Su esposo ha perdido a su familia combatiendo en la guerra de Siria, que ya dura 5 años. Y su casa familiar fue destruida en 2012. Antes de que comenzara la guerra, eran una familia acomodada. Sara era una diseñadora gráfica y su esposo mecánico: “Hemos dejado el país a causa de la guerra. Allí hay muertos y sangre, por todas partes. Nos fuimos a causa de la pobreza, necesitamos que los niños estén seguros, para ir a la escuela”, afirma Sara. “Este viaje es duro, pero es nuestra única opción por el futuro de nuestros hijos. Es mejor viajar haciendo frente a estos peligros, que hacer frente al ISIS. Ellos no son el Islam, porque el Islam es una religión de paz”.

Caritas ha distribuido colchonetas y sacos de dormir a los refugiados e inmigrantes en la isla griega de Lesbos. Crédito: Arie Kievit / Cordaid

Caritas ha distribuido colchonetas y sacos de dormir a los refugiados e inmigrantes en la isla griega de Lesbos. Crédito: Arie Kievit / Cordaid

Sara y su marido han sentido “demasiado miedo” como para dormir, en los últimos tres días. Ahora, agotados, descansan a un lado de la carretera. Están desorientados, muchos refugiados no tienen ni idea de dónde se encuentren. Ellos sólo saben que quieren ir a Alemania o Suecia. “¿Y qué es mejor?”, pregunta Sara.

No hay sólo sirios entre los que llegan a Lesbos. Hay refugiados y migrantes de Irak, Afganistán, Pakistán y el África subsahariana. “No hay seguridad en Afganistán. Yo trabajaba en un banco. Soy licenciado en Administración de Empresas. Pero después de las últimas elecciones, perdí mi trabajo”, dice Jamshid, de 24 años, procedente de Afganistán. “Estamos intentando llegar a Alemania. Si paramos, a causa de fronteras cerradas, entonces esperaremos. Queremos una vida y Europa es nuestro futuro. Allí podemos hacer algo con nuestra vida. El viaje en barco fue horrible, pero también lo fue pasar la frontera de Irán a Turquía. Tardamos 18 horas a pie. Era muy peligroso y fue difícil cruzar las montañas. No sé si estaban durmiendo o muertos, pero vi cuerpos a los lados de la carretera”, recuerda.

Este año, ya son casi 200.000 las personas que han pasado por la isla griega de Lesbos, epicentro de la actual crisis de refugiados, debido a su proximidad con Turquía. “Se puede escuchar la música de la costa turca”, dice Leonard Meachim, un maestro de enseñanza primaria de 59 años, que se mudó de Liverpool a Lesbos hace 30 años, y vive allí con su esposa griega. “La situación realmente comenzó a crecer rápidamente a partir de esta primavera. Se podía ver a grupos de entre 200-300 cada día. Luego, en el verano, los números se convirtieron en miles”, nos cuenta. “No se lo podía uno creer que estaba en Grecia. Era como estar en un estadio de fútbol, pero todas las caras eran sirias”.

La policía no podía hacer frente a registrar la llegada de tantos refugiados con la suficiente rapidez. No había espacio para todos en los transbordadores para ir a Atenas. Los refugiados e inmigrantes se acamparon a los lados de la carretera, en el puerto y en los campamentos de tránsito, de reciente apertura, donde las instalaciones eran “inexistentes”.

El mal tiempo hace que la vida de los refugiados y los migrantes sea aún más difícil a medida que pasan a través de Lesbos. Crédito: Patrick Nicholson / Caritas

El mal tiempo hace que la vida de los refugiados y los migrantes sea aún más difícil a medida que pasan a través de Lesbos. Crédito: Patrick Nicholson / Caritas

“Usted no tiene permiso legal para llevar en coche a estas personas”, me dijeron. “Eso me sentó muy mal, sobre todo viendo a los niños pequeños y a los ancianos. Le ofrecí ayuda a un hombre afgano, que me decía ‘dinero, dinero’, pero yo no tenía dinero para darle. Luego empezó a darme las gracias y me di cuenta de que “él me estaba ofreciendo dinero para dármelo a mí”.

Cuando Caritas Grecia (conocida nacionalmente como Caritas Hellas) llegó a la parroquia local de Lesbos para comprobar cómo organizar la ayuda, Leonard se ofreció como voluntario: “El trabajo de Caritas con los refugiados e inmigrantes ha traído a la gente a la parroquia. Estamos muy agradecidos por haber tenido esta oportunidad”, afirma él.

Los voluntarios han repartido sacos de dormir y colchonetas a refugiados y migrantes. “No se puede resolver el problema, pero se puede marcar la diferencia, en la vida de algunas personas, simplemente dándoles lo que necesitan”, indica Leonard.

Los refugiados solo se quedan el tiempo que tarda en llegar un ferry para Atenas. Necesitan refugio, comida, agua potable, un lugar para lavarse e ir al baño. El clima ha sido muy caluroso durante el mes de agosto. Ahora, que el frío del otoño se está acercando, el refugio será la prioridad.

Sin embargo, aunque queda mucho por hacer, las condiciones han ido mejorado. El registro de los que llegan es más rápido. Las autoridades griegas han puesto en transbordador extra. Las agencias de ayuda humanitaria han estado trabajando duramente, para mejorar el transporte de las playas a los centros de tránsito. Ha habido mejoras en los refugios, suministro de agua y saneamiento, en los campamentos.

“Gracias a la comunidad Caritas por venir aquí y ofrecer su ayuda a la parroquia local y los refugiados”, dice el arzobispo Nikolaos Printesis, Administrador Apostólico. “Nuestros feligreses se han conmovido viendo el trabajo de Caritas. Hemos visto el rostro de Jesús en el rostro de cada refugiado”.

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