En Idomeni, al norte de Grecia, refugiados e inmigrantes se están congregando para recibir la distribución de alimentos mientras esperan a cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia. Matthieu Alexandre/Caritas Internationalis
“Es una experiencia que ninguno de nosotros olvidará”, dijo Evelina Manola, trabajadora social de Caritas Grecia, que tomó parte en una distribución de alimentos realizada por voluntarios el sábado en la frontera entre Grecia y Macedonia.
“Llegamos a las 7 de la mañana a Idomeni, un punto fronterizo”, dijo. “La gente todavía dormía, algunos en tiendas de campaña, otros en bolsas de dormir y otros al descampado. El lugar era terrible, lleno de basura”.
El campamento improvisado era un cuadro de miseria.
“La gente necesita de todo”, dijo Evelina Manola. “Especialmente las mujeres tienen que ir andando muy lejos para tener algo de privacidad. No hay servicios sanitarios”.
“Todos están cubiertos en mugre. Me pedían pañuelos desechables. No hay donde lavarse. Su ropa está rota. Algunos no tienen calzado adecuado”.
En la Estación de Gevgelija, un niño mira a través de la ventana de un tren rumbo a Serbia, en la frontera entre Grecia y Macedonia. Matthieu Alexandre/Caritas Internationalis
Los voluntarios de Caritas entregaron alrededor de 2000 kits de alimentos con pan tostado, mermelada, alubias y botellas de agua, dándoles prioridad a mujeres y niños.
“Los refugiados y los inmigrantes estaban muy contentos de recibir los víveres”, dijo Evelina Manola. “Había muchas sonrisas, conversaciones y se hacían ‘selfies’ con los voluntarios de Caritas”.
El número de inmigrantes y refugiados que cruzan la frontera entre Grecia y Macedonia ha estado aumentando en los últimos días, se reporta que la semana pasada fueron 5000 al día. Macedonia sigue siendo un país de tránsito, los que pasan por ahí van a Serbia, luego a Hungría y a otros países de la Unión Europea.
El personal de Caritas Grecia dice que entre los inmigrantes y refugiados hay mucho más hombres, pero también hay mujeres y niños.
En Idomeni, al norte de Grecia, refugiados e inmigrantes esperan a cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia. Foto: Matthieu Alexandre/Caritas Internationalis
Uno de los refugiados, Alsama, de origen sirio, estimó que cerca de la mitad eran sirios. Los otros son de Afganistán, Irak, Sudán y Eritrea.
Alsama es médico. Salió de Siria hace dos años rumbo a Turquía, pero las condiciones eran muy malas y volver a Siria era imposible. “No queremos perder más tiempo, no queremos desperdiciar nuestras vidas”, dijo.
Alsama viaja con su esposa, tres hijos menores de 6 años y su madre. Su viaje andando, en autobús y en barco fue difícil, peligroso y caro.
Tiene un hermano en Alemania que le ha dicho que las cosas no están tan bien ahí, así que se irá a Bélgica. Muchos realizan el viaje sin tener un destino definido, es un viaje hacia lo desconocido.
Primero deben coger el tren en la estación en Macedonia. Evelina Manola fue a la abarrotada estación, en donde la masa de gente, los viejos y sucios trenes, las cercas, la policía y los guardias de seguridad le recordaron “imágenes de la Segunda Guerra Mundial”, dijo.
“Había temor en sus rostors, pero también esperanza”.