Cuando las armas empezaron a disparar de nuevo en Juba el 7 de julio, se puso fin al frágil cese al fuego entre las dos facciones del Gobierno Transicional de Unidad Nacional y se forzó el desplazamiento de unas 34.000 de los alrededores de Juba. Muchos buscaron refugio en campamentos de la ONU o en recintos de la Iglesia.
Hay una calma incierta mientras las armas callan, aunque algunos han vuelto a sus casas, muchos siguen muy temerosos de volver. Hay partes regulares de violaciones y asaltos a mujeres y niñas. Aún en casos en que la gente ha vuelto a sus hogares para recuperar lo que puedan o para cuidar lo que queda de sus huertos, vuelven a los campamentos ya que ahí se ofrece protección.
El P. David Tulimeli, un sacerdote salesiano, está a cargo del complejo eclesiástico Don Bosco que ya es hogar incierto para 4.400 personas desde el inicio del conflicto en diciembre 2013. Ahora, como resultado de los recientes combates, alberga a otras 4.000 personas en un área diferente del recinto. En el nuevo campamento, desplazados internos, en su mayoría viudas, han llegado de un área llamada Checkpoint (Puesto de Control) en la carretera al sur de Juba y llegaron a Juba andando, cargando con lo que pudieron.
Otros han llegado al recinto de la iglesia provenientes de aldeas alrededor de Juba. Entre ellos estaba Agnes, que llegó con su familia, compuesta de cinco miembros. Ellos también se vieron obligados a escapar de los combates y ahora temen, al igual que tantos otros, que ya no tienen un hogar al que volver. Muchos hogares han sido quemados y sus pertenencias han sido saqueadas. Ella también quisiera volver a casa y, con un poco de apoyo, podría reconstruir su casa, pero tiene “miedo de que los hombres malos vuelvan a la aldea”.
“Muchos desplazados internos han perdido toda esperanza en Sudán del Sur”, dijo el P. David, “y están buscando una nueva vida al otro lado de la frontera, en Uganda”. En su punto cumbre estaban alojando a casi 20.000 personas, ahora, como pueden, se trasladan de un campamento a otro. Las mejoras no serán muchas, pero al menos tendrán paz.
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