Lenta recuperación tras el huracán en Dominica

Todo lo que queda de la casa de Frances Nicolas ahora cuelga al borde del precipicio. Debajo, lo que previamente era un apacible riachuelo se convirtió en un furioso torrente cuando el huracán María azotó Dominica la noche del 18 de septiembre. Fue el primer huracán de categoría 5 que tocó tierra en la historia de la isla. La tormenta afectó a 56.000 personas, dejando decenas de muertos y heridos.

Mientras purifica agua utilizando un filtro de cerámica de Caritas, uno de los 665 que el equipo local ha distribuido desde que azotó la tormenta, Frances le muestra su casa al equipo de Caritas Antillas; casi dos meses después, sigue llena de escombros de la tormenta. Ella ha limpiado lo que ha podido por ahora, pero toda la comunidad tendrá que ser reubicada permanentemente a un lugar más seguro.

La aldea de Frances, Pichelin, se encuentra al pie de las montañas al sureste de la isla. Fue arrasada casi por completo por los vientos de 250 Km por hora combinados con lluvias torrenciales que trajeron una aterradora ola de tierra, piedras y árboles que se deslizó por las laderas de las montañas.

La cuarta parte de las casas fueron destruidas y el 80 por ciento de la población fue afectada.

«Las estructuras de hormigón se replegaron como papel».

«Árboles enormes se convirtieron en proyectiles que aplastaron los tejados de las casas», dice Diane Robinson, coordinadora de emergencias de Caritas Antillas, que trabaja con los vecinos brindando ayuda para la catástrofe. «Rocas y lodo bajaban en torrentes y simplemente arrasaron con gente y casas. Las estructuras de hormigón se replegaron como papel».

Con el 25 por ciento de hogares destruidos y el 80 por ciento de la población afectada, Caritas Antillas ha estado proporcionado una serie de artículos de emergencia desde el huracán, incluyendo casi 1.600 lonas para reemplazar los tejados que se perdieron. A la fecha, también se han distribuido 754 kits de higiene a los hogares de la región sureste de Dominica, la más afectada; estos incluyen jabón, cubos, kit menstrual, bidón plegable, detergente, ropa interior femenina, un sarong, un silbato y una lámpara solar.

Frances Nicolas usando su filtro de agua de Caritas en la aldea de Pichelin, Dominica.

El agua potable es una gran preocupación, ya que la totalidad del sistema de aguas de Dominica fue destruido o dañado por el huracán. Ahora, Frances tiene que andar diez minutos para recoger agua para su casa, en cubos que le dio Caritas. Sin embargo, debido a la gran cantidad de árboles que fueron arrancados de raíz y la capa vegetal deslavada de las laderas, los manantiales están llenos de lodo y sedimentos, con el riesgo añadido de que el e-coli se propague entre la gente al beber, bañarse o cocinar con agua contaminada.

Aunque poco a poco la gente está reparando sus casas y rescatando lo que puedan de entre el lodo, hay inquietud por lo que pudieran traer ahora los fenómenos meteorológicos extremos en esas condiciones de inestabilidad.

«Hay una gran sensación de miedo», dice Diane Robinson de Caritas Antillas. «Cada vez que llueve, la gente se va corriendo a su casa, preocupada porque haya más inundaciones. Incluso nuestros empleados se van corriendo de la oficina a sus casas, preocupados por los desprendimientos de tierras. Ahora que tantos árboles han sido arrancados de raíz, las laderas están muy inestables y las carreteras están bloqueadas por rocas enormes y árboles caídos. Las carreteras están siendo socavadas por el deterioro y hundimientos, uno nunca sabe si podrá llegar a casa».

«El paisaje ha cambiado por completo».

La ecología de esta isla caribeña ha sido devastada, como explica Diane: «Toda la isla era selva lluviosa tropical densa, llena de cascadas, era hermosa. A Dominica se le conocía como la ‘Isla de la Naturaleza’. Ahora, el paisaje ha cambiado por completo. Toda la isla ha sido destruida. Quedan muy pocos árboles en pie y esos se han quedado sin hojas, hasta la corteza fue arrancada».

Esta no es solo una tragedia ambiental, es también una tragedia económica porque muchos isleños trabajan en la industria del turismo o en las plantaciones bananeras de Dominica y ambas han sido afectadas en su totalidad. Lo mismo ocurre en las cercanas Islas Vírgenes Británicas, también devastadas por huracanes, en donde la gran mayoría de la población trabaja en servicios relacionados al turismo.

Los huracanes Irma y María arrasaron con las fuentes inmediatas de ingresos de este archipiélago: negocios, hoteles, restaurantes y embarcaciones chárter fueron seriamente dañados o destruidos. Caritas estima que estas actividades económicas no se empezarán a recuperar hasta dentro de más de 6 meses, un año o más; y, por consiguiente, los niveles de pobreza seguirán aumentando hasta bien entrado el próximo año.

Caritas Antillas, que está operando en Dominica y las Islas Vírgenes Británicas, está recaudando actualmente 1,9 millones de euros para ayuda de emergencia en los próximos seis meses, hasta el 31 de marzo de 2018.

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