Evitar la propagación de la COVID-19 en los campamentos de rohingya

Por Inmanuel Chayan, encargado de comunicaciones de Caritas Bangladesh, destacado a Cox’s Bazar

Una de las medidas clave para prevenir la propagación de la pandemia de coronavirus es el distanciamiento físico entre las personas. Sin embargo, los desplazados, que forman parte de la población más pobre del planeta, no pueden darse el lujo de disponer del espacio suficiente para poder hacerlo.

Las condiciones de vida y el hacinamiento en los campamentos de refugiados rohingya, en Bangladesh, están causando un duro impacto en el bienestar físico y psicológico de los refugiados, especialmente en los niños, las mujeres y las personas con discapacidad.

La comunidad rohingya no sólo se enfrenta al reto de vivir en refugios superpoblados y precarios, con diez o más personas en una misma habitación, sino que también utiliza letrinas e instalaciones hídricas comunes y el espacio es limitado cuando reciben las distribuciones de alimentos. No pueden mantener el distanciamiento adecuado, ni las medidas de higiene necesarias a una prevención eficaz contra la propagación del coronavirus.

Se trata de un pueblo cuyas vidas están dominadas por varias situaciones de emergencia: el desarraigo violento y traumático de su patria, en Myanmar, las reiteradas emergencias sanitarias, como la disentería y la viruela, a las que se enfrentan en los campamentos y la constante emergencia climática que deben afrontar cuando los ciclones azotan Bangladesh. Todo ello sin tener en cuenta la pandemia mundial que está sufriendo ahora Bangladesh.

Las intensas precipitaciones están deteriorando los refugios en los campamentos. Foto de Chayan/Caritas Bangladesh

Las intensas precipitaciones están deteriorando los refugios en los campamentos. Foto de Chayan/Caritas Bangladesh

Mientras tanto, las intensas precipitaciones están deteriorando los refugios de los rohingyan y existe un temor generalizado a los deslizamientos de tierra y las inundaciones. También hay miedo al desalojo y las tensiones no resueltas entre los rohingya y la comunidad de acogida.

La COVID-19 en los campamentos rohingya

El primer caso de COVID-19 se registró, en los asentamientos rohingya, el pasado 14 de mayo de 2020. El 21 de junio hubo un total de 4 muertes y 45 casos confirmados de COVID-19, entre la población rohingya.

Sin embargo, no sabemos si las cifras son precisas, ante la falta de experiencia en los centros de pruebas. Las instalaciones médicas, en el campamento rohingya, no son realmente suficientes, considerando el magnitud de la población y, en la mayoría de los casos, sólo están disponibles las instalaciones de atención primaria de salud. El gobierno de Bangladesh ha limitado las actividades en los campamentos, desde el 25 de marzo.

Inicialmente, los rohingya que estaban críticamente enfermos con la COVID-19 fueron derivados al Hospital General de Ukhiya o al Colegio Médico de Cox’s Bazar. Ahora no es posible hacerlo, porque esos hospitales se enfrentan al desafío de proporcionar sus servicios y tratamiento a la población local.

Corren muchos rumores, sobre la COVID-19, dentro de los campamentos y muy pocas personas tienen la información adecuada. Caritas Bangladesh está trabajando en todo el país, así como en los campamentos de Cox’s Bazaar, para proporcionar mensajes de prevención a decenas de miles de personas. Hemos estado suministrando jabón y kits de higiene a millares de familias, así como instalando puestos para el lavado de manos en lugares públicos y cerca de los servicios públicos.

Foto de Chayan/Caritas Bangladesh

Foto de Chayan/Caritas Bangladesh

Para asegurarse de que los mensajes sobre el coronavirus lleguen a la mayor parte de la comunidad posible, Caritas Bangladesh está capacitando al personal y a los voluntarios, consultando a la comunidad, estableciendo grupos de escucha y transmitiendo vídeos de sensibilización. Distribuimos octavillas adaptadas a los niños, para asegurarnos de que todos los miembros de la comunidad tengan acceso a la debida información.

Nos aseguramos de que el pueblo rohingya sepa ahora cómo hacer frente a la pandemia. Saben que deben lavarse las manos con frecuencia, pero es un gran desafío el precario suministro de agua y las insuficientes instalaciones sanitarias de los campamentos.

Recientemente, el pueblo rohingya ha expresado su grave preocupación por el hecho de que la temporada de lluvias haya causado un deterioro de las carreteras, los caminos y las redes de escaleras de los campamentos, lo que ha repercutido en el acceso a los servicios necesarios y ha amplificado la multitud de problemas de protección, como los abusos físicos y sexuales. Los preparativos anuales ante los monzones, en los campamentos, se han visto dificultados este año por la propagación y riesgos que plantea la COVID-19.

Los derechos de la comunidad Rohingya

Los refugiados rohingya han seguido realizando peligrosos viajes por mar, organizados por traficantes y contrabandistas. Las autoridades de Bangladesh rescataron y desembarcaron, en condiciones de seguridad, a casi 700 refugiados rohingya el último mes, tras un largo y angustioso viaje por mar.

La comunidad internacional debe reconocer los derechos de la comunidad rohingya, para que se haga justicia y todo cambie en sus vidas. Los rohingya deben ver reconocidos sus derechos a vivir en su propia tierra, libremente y con dignidad, y a ser repatriados a Myanmar de forma segura y pacífica.

Nur y sus amigos en el espacio de Caritas para los niños. Foto de Chayan/Caritas Bangladesh

Nur y sus amigos en el espacio de Caritas para los niños. Foto de Chayan/Caritas Bangladesh


Una niña rohingya como Nur, que tiene 12 años, tiene derecho a una educación en su lengua materna y a vivir en su tierra natal. Refugiados como Jubayer, de 72 años, quisieran tener el derecho a morir pacíficamente, en su tierra natal y ser enterrados con los otros miembros de la familia.

Mientras, otra emergencia golpea a estas personas ya vulnerables, debemos trabajar en todos los niveles para asegurarnos de sus sufrimientos puedan tener fin.

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