Un poco de ayuda significa mucho para los refugiados burundeses en Ruanda

“El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, San Pablo VI

Kayirangwa Emeline solía mirar a sus ocho hijos y desesperarse. Ella es una refugiada burundesa y los criaba sola en el campamento de Mahama, en Ruanda, tras huir de su propio país: “Siempre estaba endeudada porque nunca tenía lo suficiente para dar de comer a mi numerosa familia. Miraba a mis hijos, hambrientos y sin ropa, y no sabía qué hacer”, nos dice Kayirangwa.

Cientos de miles de burundeses han huido de su país desde 2015. El éxodo empezó en el período previo a las elecciones parlamentarias y continuó durante la agitación que siguió a la votación. Algunos huyeron a las vecinas Ruanda, República Democrática del Congo, Tanzania y Uganda. Para muchos es una crisis olvidada.

Mientras algunos refugiados están siendo repatriados a Burundi, otros, como Kayirangwa, siguen luchando por criar a sus familias en condiciones precarias lejos de su hogar.

La esperanza llego de la mano de Caritas, que le ofreció a Kayirangwa un préstamo para ayudarla a iniciar un negocio de venta de carne de cabra. Ella solía trabajar como vendedora en Burundi, así que tenía las habilidades necesarias para que su negocio creciera.
En seis meses, el negocio estaba en gran auge y Kayirangwa pudo comprar una vaca, cuya leche podía vender pero también utilizar para alimentar a sus hijos. Y pudo conseguir una moto, que la ayudaba a transportar sus mercancías.

La vida cambió para Kayirangwa y su familia: sus hijos ya no pasaban hambre y tenían ropa.

Kayirangwa Emeline, Burundian refugee in Mahama camp

Kayirangwa Emeline en el campamento de Mahama. Foto de Caritas Ruanda.

Ngarambe Vanson, un miembro del personal de Caritas Rwanda que trabaja en Mahama, con un grupo de microfinanzas para mujeres del que forma parte Kayirangwa, dice que sólo una pequeña cantidad de apoyo financiero ha marcado la diferencia para muchas mujeres. Nos cuenta que Caritas eligió a lasfamilias que tenían mayores dificultades para ayudarlas a desarrollar un medio de sustento y ganar un poco de independencia: “Se puede ver que sus vidas han cambiado e incluso sus actitudes. Son capaces de cuidar de sus familias sin tener que endeudarse como antes. Los niños están ahora limpios, sanos y sonrientes, y antes no era así”.

Pero ahora, la pandemia de la COVID-19 ha llevado al colapso el negocio de Kayirangwa, que necesita apoyo para superar este difícil momento.

En el verano de 2020, Caritas lanzó un programa de tres años, por valor de 380.000 euro, con el fin de ayudar a los refugiados burundeses del campamento de Mahama. Nuestra labor se centra, entre otras cosas, en ayudar a Kayirangwa y a las mujeres de su grupo a poner en marcha y construir pequeños negocios. Sabemos que, con una pequeña ayuda, las personas pueden ganar autonomía y disfrutar de una vida digna, en la que pueden ganar lo suficiente para cuidar de sus familias.

savings and credit groups run by Caritas Rwanda in Mahama camp

Foto de Caritas Ruanda

Pero también estamos ayudando a los ancianos, asegurándonos de que se alimenten y cuiden. Y estamos permitiendo a la gente trabajar en sus cultivos, proporcionándoles semillas y herramientas. Todos los esfuerzos se centran en hacer que la agricultura sea lo más respetuosa posible con el medio ambiente.

Otra parte del programa se centra en ayudar a las personas que necesitan apoyo, por problemas de salud mental o que pueden estar sufriendo a causa de abusos de los derechos humanos en sus vidas, antes de convertirse en refugiados.

Caritas también está formando a mediadores para que impartan capacitación en construcción de paz a la comunidad del campamento. En palabras de San Pablo VI: “El desarrollo es la nueva palabra para la paz”.

Queremos apoyar a la comunidad del campamento de Mahama para que todos puedan reconstruir sus vidas. Potenciamos los planes de desarrollo a largo plazo para restablecer la dignidad.

Los benefactores y donantes han apoyado a Kayirangwa y a los demás refugiados del campamento de Mahama, en los últimos años. Gracias al rol y al trabajo de Caritas, sus pequeños negocios han crecido y su autonomía se ha incrementado, de manera que realmente ha mejorado sus vidas.

Por favor, no duden en apoyar a Kayirangwa para salvar su negocio, con el fin de que ella y sus hijos puedan vivir dignamente, en los próximos meses y a largo plazo. Su contribución podría significar salvar a nuestros hermanos y hermanas necesitados.

En esta época de pandemia, la solidaridad no es sólo una opción, sino que es la mejor manera de ofrecer esperanza y oportunidades a los que más luchan siempre.

Apoye nuestro trabajo para ayudar a las comunidades a reconstruir sus vidas.

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