LA FRACTURA SOCIAL DE LA EMIGRACIÓN VENEZOLANA ESTÁ PROVOCANDO ULTERIORES DAÑOS A NIVEL HUMANO Y SOCIAL QUE NO SE ESTÁN ABORDANDO

Alessandra Arcidiacono, miembro del equipo de Ayuda Humanitaria del Secretariado General de Caritas Internationalis, sigue la respuesta de Caritas a la crisis prolongada de Venezuela. Desde 2017, casi 6 millones de venezolanos han emigrado a los países vecinos de América Latina debido a la inestabilidad política y socioeconómica dentro del país.

Alessandra, usted estuvo recientemente en Venezuela para analizar y evaluar la respuesta humanitaria de Caritas a la crisis en el país. ¿Cuánto tiempo estuvo allí y qué localidades visitó?

Estuve en Caracas el mes pasado, para asistir a la reunión anual del Grupo de Trabajo de Caritas Internationalis sobre la Crisis de Venezuela. Era importante participar físicamente, después de dos años de reuniones virtuales. Evaluamos la respuesta humanitaria y destacamos la necesidad de abordar las graves consecuencias humanas y sociales que siguen sufriendo los venezolanos, dentro y fuera del propio país. También tuve la oportunidad de visitar comunidades atendidas por Cáritas Venezuela, en Caracas, Los Teques (estado Miranda) y en San Felipe (estado Yaracuy).

Esta crisis socioeconómica se prolonga desde hace 6 años. Pero, para mucha gente, de todo el mundo, la situación en Venezuela se ha convertido en una “crisis olvidada”.

¿Puede explicarnos brevemente cuándo y cómo comenzó esta crisis?

El país sufrió un empobrecimiento progresivo y masivo de la población, entre 2014 y 2021, alimentado por una crisis económica y humanitaria creciente, caracterizada por el colapso total de los servicios públicos, la ausencia de agua potable, el fallo constante del sistema eléctrico, el deterioro del sistema sanitario, la escasez de alimentos y medicinas, la pérdida de poder adquisitivo, con la inflación más alta del mundo (el salario básico equivalía más o menos a 2 USD en 2019 y ahora es de 30 USD).

Hoy, en Venezuela, las comunidades se ven afectadas por compleja crisis de la que destacaría 3 aspectos: la pobreza causada por la crisis humanitaria en curso, la emigración (casi 7 millones de venezolanos han huido del país, en los últimos años, dejando a sus hijos al cuidado de ancianos y vecinos) y el cambio climático. Los recientes efectos de las lluvias y las inundaciones, en todo el país, con un triste balance de muertos y daños materiales, demostraron claramente cómo algunas comunidades, ya de por sí frágiles, carecen de infraestructuras básicas y son especialmente vulnerables ante el impacto del cambio climático.

Después de viajar al terreno, en Venezuela, ¿puede describir cómo sería un día normal para las familias? ¿Cuáles son sus necesidades y los retos a los que se enfrentan cotidianamente?

En noviembre, observé signos de una aparente recuperación económica, respecto a 2019, con ocasión de mi anterior visita. En aquel momento, las tiendas y las farmacias estaban cerradas o completamente desabastecidas. La gente hacía largas colas para conseguir algo de comer o trocaba lo poco que tenía. Hoy en día, al menos en Caracas, se puede encontrar gasolina, alimentos, medicinas, todos los bienes necesarios, pero a un precio exorbitante para el 90% de los venezolanos. No es posible comprar un par de zapatos, por 20 dólares, para un hijo el sueldo de un mes es de 30 dólares. Algunos estudios indican que Venezuela es hoy el país más desigual de la región.

Pude ver cómo vive una joven de 27 años, con 7 hijos, en la barriada El Paraíso de Caracas. Su marido no tiene trabajo y su única esperanza es ver crecer a sus hijos, gracias al proyecto “SAMAN” de Caritas Venezuela, que ha abierto un comedor para los niños del barrio. Los niños con carencias nutricionales reciben alimentos terapéuticos y asistencia, al igual que las madres embarazadas y lactantes.

Muchos jóvenes, hombres y mujeres, sobreviven con pocas opciones para superar una realidad que les oprime y les deja sin posibilidad de soñar con un futuro mejor para ellos y sus familias. Con el salario mínimo, las familias sólo pueden adquirir el 11,20% de la cesta de la compra.

Y luego están los emigrantes, los “caminantes”. Los venezolanos siguen entrando y saliendo de su país, transitando por Sudamérica y Centroamérica, impulsados por la esperanza de lograr la estabilidad para sus familias. La integración real sigue siendo un reto a superar, al tiempo que asistimos a un aumento de rutas inseguras y del tráfico de personas, en corredores mortales, en los que miles de personas arriesgan su vida. El impacto de la COVID-19 exacerbó la discriminación y la xenofobia, en los países de acogida.

¿Qué está haciendo Caritas para aliviar el sufrimiento de estas familias vulnerables? ¿Y qué puede hacer la gente para ayudar?     

Cáritas Venezuela puede contar con una amplia red de diócesis en todo el país, incluyendo cientos de parroquias y más de 20.000 voluntarios, que trabajan en estrecha colaboración con las comunidades locales, de hecho, ellos mismos forman parte de estas comunidades.

Cáritas Venezuela lleva respondiendo a la crisis humanitaria desde 2017, a través de proyectos financiados por la Confederación Caritas Internationalis, y en estrecha colaboración con las agencias de la ONU. La intervención más relevante liderada por Caritas Venezuela es el proyecto SAMAN (seguimiento de la desnutrición), a través del cual Caritas Venezuela puede evaluar la situación nutricional de los menores de 5 años y las mujeres embarazadas o lactantes, en todas sus parroquias de los 23 estados del país.

Cáritas Venezuela también ha organizado de forma regular comedores y consultorios de salud en sus parroquias, llegando al menos a 200.000 personas, entre 2021-22.

Cáritas Venezuela está implementando el proyecto TENGO para mejorar la seguridad alimentaria de 4000 hogares vulnerables, mediante la distribución de ayuda financiera a través de vales electrónicos y la potenciación de los mercados locales. Los beneficiarios son remitidos desde el proyecto SAMAN e identificados como en situación de inseguridad alimentaria.

En los países fronterizos (incluyendo Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Chile), Caritas ha estado implementando proyectos con organizaciones miembro de Caritas Internationalis, los gobiernos, ECHO y con la financiación de la ONU, para ayudar a miles de venezolanos migrantes con protección, alimentos, refugio y servicios sanitarios. Hay que superar las barreras de la integración, en términos de regularización del estatus, reconocimiento de la educación, así como estrategias de formación e integración cultural, que permitan a los migrantes vivir con dignidad.

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