El gobierno no tiene poder. Los servicios básicos, como la asistencia médica y la educación, se han colapsado. La República Centroafricana está al borde del abismo.
Más de 41.000 personas están apiñadas en el recinto de la misión católica en Bossangoa, un pueblo al norte de la República Centroafricana. Duermen en el suelo, en los corredores, en la catedral, la escuela, la cancha de baloncesto, entre coches y en los patios.
Salir de la capital de la República Centroafricana, Bangui, es precario. La carretera está atascada de gente tirando de sus carretones de madera. Hay baches y otros coches virando bruscamente para esquivarlos.