Por Matthieu Alexandre
Luego de haberse hundido en el caos, la población musulmana de la República Centroafricana está despareciendo. Quienes no han sido asesinados por las milicias están huyendo del país.
El líder religioso de la comunidad musulmana en la República Centroafricana, el Imán Oumar Kobine Layama, dice que en la capital, Bangui, únicamente 8 de las 36 mezquitas siguen en pie y que el 80 por ciento de los musulmanes han abandonado el país.
El Arzobispo Dieudonné Nzapalainga de Bangui, el Pastor Franco Mbaye-Bondoi y el Imán Kobine Layama están colaborando estrechamente para reconstruir la paz entre las dos comunidades religiosas.
Antes de viajar a las Naciones Unidas en Nueva York el día 13 de marzo, ambos recorrieron todo el país para reunirse con la gente.
Fueron a Bangassou, 780 kilómetros al este de la capital, para unir a cristianos y musulmanes en una reunión de diálogo y reconciliación.
“La historia de la República Centroafricana ha estado marcada por la diversidad de su pueblo. Cristianos y musulmanes siempre han comerciado juntos y han vivido en armonía”, dijo el Arzobispo Dieudonné.
“El país no se puede reconstruir a si mismo si falta una de estas dos comunidades. No sólo se debe construir la paz, sino que hay que persuadir a los musulmanes que han abandonado el país para que retornen”, dijo.
Luego, los dos líderes religiosos viajaron en coche por más de 1.000 kilómetros atravesando aldeas remotas en el norte del país, con el Arzobispo al volante de su 4×4 escoltado por soldados armados de la misión para el mantenimiento de la paz de la Unión Africana (MISCA, por sus siglas en inglés).
En Bossembélé se toparon con milicias anti-balaka fuertemente armadas que han erigido barricadas para extorsionar a los convoyes que transportan mercancías en la carretera principal de Camerún a la capital.
En Pahoua, cerca de la frontera con Chad, pasaron por pueblos que han sufrido lo peor de la violencia, más de 25.000 desplazados viven en un campamento improvisado cerca de la catedral en Bossangoa.
En el camino de vuelta a la capital, vieron escuelas que poco a poco están reiniciando clases en Bozoum, así como aldeas arrasadas y mezquitas quemadas en ruta al hospital en Bossentélé, a donde cada día llevan víctimas musulmanas de actos de violencia.
“Vimos aldeas que fueron quemadas y borradas del mapa, pueblos en donde ya no hay musulmanes y muchos otros siguen enfrentándose a la inseguridad, en muchos sigue habiendo caudillos. La gente sigue viviendo con temor en sus corazones”, dijo el Arzobispo Dieudonné.
Ambos siguen optimistas. La situación en la República Centroafricana es muy diversa. La reacción entre las dos comunidades religiosas no ha sido la misma en todas partes.
En el este del país, especialmente en Bangassou, todavía hay mezquitas que abren para las oraciones diarias, los mercados musulmanes siguen viento en popa, los pueblos con alcaldesas musulmanas y lugares en donde musulmanes y cristianos viven en armonía.
Sin embargo, en el extremo occidental del país, en Berberati, los 200 musulmanes que siguen ahí permanecen refugiados tras los muros de la misión católica. La población, que es cristiana, quiere matarlos. La mezquita sigue en pie, pero vacía, al igual que las tiendas y las casas saqueadas en el barrio musulmán.
Los constructores de la paz siguen su labor en Estados Unidos. Luego de la reunión de la semana pasada con el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban-Ki Moon, sobre constructores de la paz, los tres líderes religiosos llegaron a Washington en donde se reunieron con miembros del Congreso.
Volarán a celebrar misa en la Catedral de Notre Dame en París el 28 de marzo y también se les espera en Roma a finales del mes.
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