Mujeres de Samburu y sus corderos jóvenes. Foto por Diederik Veerman / Caritas
Querida familia de Cáritas,
Tras nuestro viaje cuaresmal estamos llegando al puerto de la Vida y la Resurrección. Las lágrimas penitenciales junto a las lágrimas de nuestros numerosos hermanos y hermanas que sufren en todo el mundo nos hacen descubrir el rostro del Dios Misericordioso que nos sana a todos, ya estemos cerca o lejos, porque Él es Dios – Amor, la fuente de esperanza para la humanidad.
A través de Cristo Resucitado, el mundo vuelve a entrar en armonía y todos nos hacemos uno en Él, porque con Él “No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3:28). En Cristo somos una “Nueva Creación” (2 Co 5:17). En Él, los muros fueron derribados y los nuevos muros que construyamos sin duda volverán a derribarse, porque el poder del amor, del perdón, la fuerza de la Palabra y de la Eucaristía triunfarán por encima de todas las fuerzas del mundo.
En Cristo todos nos convertimos en “una Familia Humana”, buscando a otros en el dinamismo de la “Iglesia en salida”, yendo al encuentro de aquellos que están en las “periferias”, para tender nuestra mano a los que han sido profundamente heridos por la injusticia pero sanados por el poder del Amor.
El llanto de los pobres de nuestro tiempo se elevó hasta el corazón del Señor Jesús. Es el llanto de aquellos que están en el margen de la vida, personas y comunidades que se encuentran perdidas en las calles, sin techo, refugiadas en campamentos, expulsadas de sus hogares a causa de la guerra y los conflictos; los migrantes, los prisioneros, la víctimas de la trata, todos aquellos que sufren la enfermedad y el aislamiento en sus propias casas. Encontrémonos con ellos mediante “la sabiduría del corazón, la cual no es un conocimiento teórico sino un don del Espíritu que permite a las personas ser sensibles al sufrimiento de sus hermanos y reconocer en ellos la imagen de Dios”, como dice el Papa Francisco.
Es importante tener presente el sufrimiento de las comunidades de Irak, Siria y Oriente Próximo, a la víctimas del ébola y los desafíos de la guerra en algunos países africanos, los efectos negativos del cambio climático, la falta de alimentos básicos y de agua potable, las muertes por desastres naturales, particularmente en Asia; es importante la búsqueda de estabilidad y justicia social en Sudamérica, el movimiento migratorio hacia Norteamérica y Oceanía, la crisis económica europea en busca de solidaridad y cohesión social. Todas estas realidades humanas esperan que la mano de Jesús se pose sobre ellas y toque sus corazones. Esta es la misión de la Iglesia, ser “pobre para los pobres” tal y como desea el Papa Francisco; este el significado de Cáritas como “diakonia”, manifestarle la misericordia de Dios al mundo, renovado por la esperanza.
Cáritas está siempre llamada a estar presente y a estar lista para acompañar. Etimológicamente, acompañamiento significa: caminar con (= Sin Odos = Sínodo). Esto necesita de iniciativas, no importa lo grandes o pequeñas que sean pero que surjan solo del amor, la atención, el cariño y la perseverancia, revalorizando la dignidad humana. Cáritas, el instrumento caritativo de la Iglesia, lleva a cabo un “caridad organizada” que se logra gracias a nuestro compromiso, como seglares y como clero. A este respecto, el Papa Benedicto menciona en Motu Proprio el “Servicio de la Caridad”: “quien trabaje en el apostolado caritativo de la Iglesia, con la debida competencia profesional, debe dar ejemplo de vida cristiana y prueba de una formación del corazón”.
Queridos hermanos y hermanas,
Les deseo una gloriosa fiesta de la Resurrección en una cálida atmósfera familiar en la que la Virgen María nos acompañe a todos para que seamos uno en Cristo Resucitado.
† Youssef Soueif
Arzobispo Maronita de Chiprey
Presidente de Cáritas Chipre y miembro de la Junta Ejecutiva de Caritas Internationalis.