UNA “ACCIÓN COMUNITARIA POR LA CARIDAD” Y LA SOLIDARIDAD FRATERNA, CLAVES PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE JAPÓN UNA DÉCADA DESPUÉS DEL DESASTRE DE FUKUSHIMA

A la luz del impacto duradero del Gran Terremoto, en la zona oriental de Japón, que desencadenó un poderoso tsunami y la catástrofe nuclear de Fukushima, Caritas Japón tiene una profunda convicción y experiencia de la urgencia de vivir en el espíritu de la ecología integral como una sola familia humana.

Ha pasado más de una década, desde la catástrofe, pero su impacto en el medio ambiente y en las comunidades locales sigue presente. Más de 18.000 personas murieron como consecuencia de este caso extremo de degradación medioambiental. En un encuentro de 2019 con los supervivientes de la “triple catástrofe” de Fukushima, el papa Francisco subrayó la importancia de que el pueblo japonés construya una cultura de atención y comunidades de cuidados en todo el país.

“Sin recursos básicos como la comida, la ropa y el alojamiento, no es posible llevar una vida digna y tener lo mínimo necesario para lograr la reconstrucción. Esto, a su vez, exige experimentar la solidaridad y el apoyo de una comunidad. Nadie “reconstruye” por sí mismo; nadie puede empezar de nuevo solo. Tenemos que encontrar una mano amiga y fraterna, capaz de ayudar a levantar no sólo una ciudad, sino también nuestro horizonte y nuestra esperanza”, dijo el papa Francisco.

Caritas Japón apoyó a los supervivientes, a sus familias y a las comunidades locales, mediante una serie de servicios de ayuda y actividades a través de sus parroquias y colegios. Se establecieron comunidades de cuidados, en las que la población local aprendía, rezaba y se curaba junta. Las visitas domiciliarias y la provisión de espacios para que la gente se reúna y charle fueron las principales actividades realizadas por los voluntarios de Caritas.

Desde 2011, aproximadamente 31.000 voluntarios, de dentro y fuera de Japón, han participado en actividades de grupo para apoyar a los supervivientes y mantener las relaciones humanas. Otras ayudas prestadas fueron: la atención psicológica y física a las víctimas, la acogida de evacuados, el cuidado a la infancia en las zonas afectadas, para las vacaciones de verano, el apoyo al creciente número de supervivientes de la violencia doméstica y el apoyo a los ancianos que viven solos.

El presidente de Caritas Japón y Caritas Asia, S. Exc. Mons. Isao Kikuchi, arzobispo de Tokio, expresó su sincero agradecimiento a todas las personas “que mostraron su disposición a apoyar a Japón durante el tiempo de esta catástrofe con oraciones, mensajes y donaciones“. Según el arzobispo, nunca Caritas en Japón había recibido una respuesta tan entusiasta en cuanto a donaciones y voluntarios.

“La Iglesia católica era una presencia arraigada a nivel local incluso antes de la catástrofe, y después de ésta nos propusimos crear una esperanza de vida no sólo en los esfuerzos de ayuda temporal, sino también en el futuro”, dijo el arzobispo Kikuchi. Dijo que las actividades de caridad de los últimos 10 años ayudaron a las comunidades parroquiales a darse cuenta de que la “acción comunitaria de caridad” es una parte esencial de la Iglesia, junto con la oración y la evangelización.

Para Caritas Japón, las actividades de ayuda tras el Gran Terremoto, en la zona oriental de  Japón, fueron una clara prueba de que los seres humanos forman parte de la naturaleza, y de la importancia de compartir una visión de una sociedad que apoye y se sienta responsable de los demás, ahora y para las generaciones futuras. Más de una década después de la catástrofe, Caritas Japón sigue estando presente en la zona, ya que, junto a la Iglesia, hay personas necesitadas que siguen presentes allí.

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