OLHA BISYK: TRABAJANDO EN CARITAS PUEDO ECHAR UNA MANO A QUIEN LA NECESITE

Nadie planea tener que abandonar urgentemente su hogar, dejar atrás todo lo que ha ganado a lo largo de los años de esfuerzo y trabajo. En la madrugada del 24 de febrero, millones de ucranianos se despertaron en la horrible realidad de la guerra, debido a la invasión rusa. Millones de ucranianos se vieron obligados a llevarse a los niños, agarrar pocas cosas básicas, y huir en busca de seguridad. Olha Bisyk, responsable de Comunicaciones de Caritas Ucrania, estaba entre ellos. Se vio obligada a abandonar Kiev y, junto a sus hijos, buscó refugio en Friburgo, Alemania.

Antes del 24 de febrero, Olha y su esposo discutieron de la amenaza de una invasión a gran escala y un plan de emergencia para la familia. En ese momento, Rusia estaba acumulando fuerzas militares en la frontera ucraniana, sin embargo, como ella nos cuenta ahora, ellos, como la mayoría de los ucranianos, no creían realmente que habría una guerra a gran escala.

“En principio, es imposible estar preparados moralmente para esto, pero discutimos lo que sería una señal para nosotros de que necesitábamos dejar la casa e irnos”, dice Olha. “El 24 de febrero, nos despertamos con las explosiones y escribí en mis notas telefónicas: 4:20, fuerte explosión; 4:23 segunda y tercera”, continúa. Ese día, su esposo todavía fue a trabajar, y ella se fue a casa: estuvo trabajando a distancia y recogiendo el equipaje con desesperación. Ella recuerda que en aquellos momentos no sabía muy bien qué meter en las maletas, aún no funcionaban bien las conexiones neuronales de su cerebro, como para saber lo que había que meter en el equipaje cuando tu país es atacado con misiles de crucero del país vecino.

Olha, su esposo y sus hijos abandonaron Kiev el 25 de febrero, cuando la situación en torno a la capital se estaba volviendo cada vez más crítica. Primero, la familia fue al oeste de Ucrania, donde viven los padres de su esposo. Un trayecto que suele ser de 8 horas de duración, en coche, duró más de 20 horas. Parecía que todos los habitantes de la capital salían en dirección occidental. Más tarde, ella y sus hijos se fueron a Alemania. Su esposo y sus padres siguen viviendo en Ucrania.

Olha habla de que es difícil vivir en un país cuando no conoces el idioma. El inglés ayuda, pero también está tomando clases de alemán. “Alemania tiene sus propias reglas y tradiciones, que son muy diferentes de las ucranianas: todas las comunicaciones con las autoridades locales son a través de correspondencia en papel, por lo que tenemos que verificar el buzón real todos los días, no el virtual, como estamos acostumbrados en Ucrania”, dice Olha. “Los domingos, todas las tiendas están cerradas aquí, ni siquiera hay una tienda de comestibles abierta, y los sábados, la jornada laboral a menudo se reduce. En general, creo que una persona puede adaptarse a cualquier condición de vida. Además, en Alemania, siempre sentimos el apoyo de la gente común, por la que estamos increíblemente agradecidos. Esta es la solidaridad de la que a menudo hablamos en Caritas”, agregó.

Olha Bisyk, responsable de Comunicaciones de Caritas Ucrania, se vio obligada a abandonar Kiev junto a sus hijos para buscar refugio en Friburgo, Alemania.

A pesar de vivir en un lugar seguro, donde no hay sirenas ni explosiones de bombas, y no hay necesidad de esconderse en el refugio, dice que todavía no puede relajarse. Ella aún no cree que esto le esté sucediendo a ella y a su familia, a sus amigos y a todos los ucranianos. “Aunque mi cuerpo está a salvo, mentalmente todavía estoy allí, en Ucrania, con mi familia”, resume Olha.

Mientras trabajaba en Caritas Ucrania, que ha proporcionado, entre otras actividades, asistencia a los desplazados internos que abandonaron el este de Ucrania en 2014-2015, Olha nunca pensó que alguna vez se convertiría en refugiada. Sin embargo, la guerra no hizo que ella renunciara a su trabajo y pensara solo en su seguridad. Desde el comienzo de la invasión a gran escala, Olha, como responsable de Comunicaciones, trató de divulgar información sobre la situación, con los recursos de información de Caritas Ucrania, con la mayor frecuencia posible. Esto ayudó a la comunidad mundial a ver y comprender lo que realmente está sucediendo en Ucrania, donde la guerra se ha convertido en una terrible realidad y millones de ucranianos parecían necesitar ayuda y apoyo solo para sobrevivir.

Trabajando como responsable de Comunicaciones de Caritas Ucrania, Olha se ocupa regularmente de las numerosas historias de personas necesitadas, de aquellos que trabajan y son voluntarios en Caritas. Confiesa que todas las historias de personas afectadas por la guerra, iniciada por los invasores rusos, realmente la llevan a las lágrimas. Sin embargo, lo que más le impresionó fue el encuentro accidental con una pareja de Mariupol, en una gasolinera de Alemania. “Eran una pareja de ancianos; vinieron a nosotros porque vieron la matrícula de nuestro coche ucraniano. Me sorprendió que, aunque era un día muy frío, el hombre calzaba unas chanclas”, dice Olha. La pareja se vio obligada a abandonar Mariupol, donde tenían una casa muy bonita, que fueron construyendo durante muchos años, donde lo tenían todo para llevar una vida tranquila. El hombre lloró, recordando cómo cultivaba uvas, y decía que cultivaba más de 60 variedades. Los militares rusos dispararon contra su casa desde un tanque, y el viñedo fue destruido, así como su vida pacífica. La mujer dijo que tuvieron mucha suerte dos veces. Por primera vez, cuando el fragmento de una bomba atravesó la cerca y la puerta del garaje y se atascó en el parachoques del automóvil, dejando el auto intacto. Y la segunda vez, cuando lograron salir de la ciudad en una columna en este coche (otros tres coches fueron acribillados delante de ellos). La pareja se dirigía a algún país europeo para reunirse con su hija. El hombre estaba muy preocupado de que ahora tendrían que depender de sus hijas porque no podrían encontrar un trabajo, debido a la edad.

Mientras responde a la pregunta que la motiva a continuar su trabajo, Olha dice: “Me alegro de poder ayudar a alguien que también necesita ayuda. Por mi propia experiencia, sé lo desesperadas que estaban las mujeres cuando, junto con sus hijos, se ven obligadas a abandonar sus hogares, el trabajo, toda su vida y para no ir a ninguna parte en concreto”, cuenta Olha. Ella agrega: “Durante este tiempo extremadamente difícil para mí, me sentí apoyada por mi esposo, familiares, colegas y personas comunes que viven en otro país, con quienes ni siquiera estábamos familiarizados. A veces la ayuda llegaba incluso cuando no la esperaba. Trabajando en Caritas, también puedo convertirme yo en esa persona que echa una mano a otra para ayudar, en los momentos más difíciles. Estos pensamientos me motivan y me ayudan a hacer lo que hago”.

Y luego agrega: “Realmente quiero que la gente de otros países entienda que los ucranianos aparecieron en sus países no por su propio deseo, sino por la tragedia. Rusia está librando una sangrienta guerra en Ucrania. Todas estas personas se vieron obligadas a buscar refugio en otros países, obligadas a dejar a sus amados esposos y parientes y, indefinidamente, obligadas a sobrevivir. Y también quiero agradecerles por toda la atención y el apoyo que recibimos en Ucrania y en todo el mundo”.

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