“Construyamos estructuras de apoyo en torno a la mujer”

Si me pidieran que diera un rostro humano a Caritas, le daría un rostro de mujer.

No necesitamos hacer una investigación seria para descubrir que la mayoría de los cuidadores de Caritas son mujeres. Es algo que salta a la vista. Al mismo tiempo, la investigación ha demostrado que la mayoría de los altos directivos de Caritas de la región Europa son hombres.

Promover el liderazgo de la mujer no significa que las mujeres hagan las cosas mejor que los hombres; se trata de hacerlas juntos, por el bien de la humanidad. Para ello, Dios ha dotado a hombres y mujeres de diferentes puntos fuertes, perspectivas y enfoques. Si la mayoría de nuestras estructuras están dirigidas por hombres, estamos desaprovechando la perspectiva de la mujer, que puede ayudar enormemente a Caritas a desarrollar políticas integrales y estructuras eficaces, para conseguir los objetivos de la organización.

Nunca pensé en mí, por ser mujer, mientras avanzaba en mi carrera.  La profesionalidad tiene un rostro humano, y nunca querría ser elegida para ninguno de mis cargos por el mero hecho de ser mujer, del mismo modo que no querría ser excluida por la misma razón.

Muy a menudo, se menciona a la familia como un factor que obstaculiza la promoción femenina. Si queremos que la mujer participe más en la toma de decisiones y dedique más tiempo a su vida profesional, lo único que tenemos que hacer es promover estructuras de apoyo a su alrededor. Construir una estructura de apoyo no implica ofrecerles un trato de favor, sino crear un contexto de trabajo en el que la mujer pueda dar lo mejor de sí misma.

Anahit Mkhoyan, Directora de Cáritas Georgia.

Por ejemplo, en Caritas Georgia, cuando una de nuestras empleadas se fue de baja por maternidad, le mantuvimos el contrato y el sueldo íntegro, durante tres meses. A los tres meses, ella volvió al trabajo con un horario flexible y la posibilidad de trabajar desde casa. Ella trabaja muy bien en ese contexto, y hemos podido conservar a nuestro valioso miembro del equipo. Hemos integrado esta norma en nuestro Reglamento Interno del Personal para que se aplique también a otras empleadas. Caritas siempre puede integrar políticas internas que cubran las imperfecciones de las leyes de los países, sin entrar en conflicto con ellas.

Muchas veces, sobre todo en las sociedades patriarcales, se espera de nosotras, las mujeres, que demostremos que somos lo bastante fuertes y capaces para ocupar puestos de responsabilidad. Este proceso de demostración es a veces más difícil, que cualquier tarea profesional.  Cuando hablamos de igualdad entre hombres y mujeres, nos concentramos más en la capacitación de la mujer y nos olvidamos de educar y preparar a los hombres para actuar en un contexto más igualitario. Por ejemplo, en Armenia estamos invirtiendo en la formación de asistentes sociales masculinos, para que trabajen con personas discapacitadas. Si tenemos más hombres trabajando como asistentes sociales, poco a poco irá disminuyendo la comprensión de que el trabajo social es cosa de mujeres. Lo mismo podemos hacer con muchos de los trabajos considerados femeninos.

Tenemos que trabajar en la dirección de convertir a hombres y mujeres en aliados, no fomentar la comprensión de que alguien está ocupando el papel de otro. No son las mujeres las que necesitan estar en puestos de liderazgo, sino que es Caritas la que necesita que ellas estén ahí por una mayor igualdad en todos los niveles. La igualdad es el camino hacia el equilibrio, la armonía.

Al mismo tiempo, nosotras, las mujeres, tenemos que reconocer que no nos está permitido evitar asumir mayor responsabilidad, si Dios nos llama para una acción, porque Él siempre estará allí para ayudarnos a superar retos.

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