El ébola paraliza una ciudad de Sierra Leona

La Hna. Anthonia Ezeibekwe es Directora de la Escuela Primara del Santo Rosario y Profesora de la Universidad Politécnica de Kenema (Sierra Leona), una ciudad entera en cuarentena por el ébola.

La gente viene y me dice: “Hermana, hoy no tenemos nada que comer”. Si tengo algo de dinero, se lo doy y ellos son felices y me lo agradecen. Si no tengo dinero, me siento impotente y me preocupo por ellos. Ésta es gente sencilla, buena gente y el ébola les ha robado el sentido de la dignidad y su fuente de ingresos para mantenerse.

Women prepare a meal of rice and chicken for children in Allen Town. Sierra Leone. Photo by Tommy Trenchard for Caritas

Women prepare a meal of rice and chicken for children in Allen Town. Sierra Leone. Photo by Tommy Trenchard for Caritas

Toda nuestra ciudad se ha visto seriamente azotada por el terrible brote del virus del ébola. Muchas familias han sido aniquiladas y numerosos niños se han quedado huérfanos. También hay muchos viudos/as que perdieron al propio compañero/a por lo mismo. La gente está traumatizada y estigmatizada.

Tres alumnos de mi escuela — Escuela Primara del Santo Rosario de Kenema – perdieron a sus padres: una madre y dos padres, respectivamente. Una de ellos ya había perdido antes a su madre y, por eso, ella se ha quedado completamente huérfana ahora, con poco o ninguna ayuda.

Kenema fue declarada como epicentro. Y ahora lleva en cuarentena, del resto del país, casi tres meses. Los desplazamientos están estrictamente restringidos. La gente sólo puede transitar dentro de la ciudad.

Sólo pueden entrar dentro de Kenema vehículos con alimentos o material sanitario. En la carretera, hay numerosos y rigurosos puestos de control. Los que consiguen hacer llegar los alimentos a la ciudad, suben los precios, de manera que los pobres no se los pueden permitir.

Cuando voy al mercado, veo que la gente compra cantidades pequeñas de alimentos esenciales, como arroz, pescado, aceite y hortalizas, porque los precios suben todos los días. Por eso, muchas personas no se pueden permitir tres comidas completas. La gente parece anémica, desnutrida. No es sólo el ébola que mata. No tienen fuerzas para resistir o luchar contra el virus.

La crisis del ébola ha paralizado otros aspectos de la vida aquí. Las escuelas están cerradas. El Ministerio de Educación está ofreciendo lecciones de algunas asignaturas por la radio. Se anima a los estudiantes a escuchar, mandar mensajes con sus preguntas y comentarios y escuchar las respuestas. Sin embargo, ¿cuántos estudiantes/alumnos tienen radios o incluso teléfonos para enviar esos mensajes con sus preguntas?

A veces, nos concentramos solo en los pacientes de ébola, olvidándonos de que hay otros que también necesitan ayuda y se ven afectados, porque quienes ganaban el sustento de la familia han muerto de ébola. Algunos de mis estudiantes no podrán volver para completar sus estudios, porque quienes se los financiaban han fallecido.

Juliana Ansumana (izquierda), que no sabe su edad, ha perdido a sus dos padres por el ébola, en una localidad cercana a Potoru, en el sureste de Sierra Leona. Katherine Keili (derecha), de 12 años, también perdió a ambos padres por el ébola, en la localidad de Bumpeh (Sierra Leona). Foto de Tommy Trenchard para Caritas

Juliana Ansumana (izquierda), que no sabe su edad, ha perdido a sus dos padres por el ébola, en una localidad cercana a Potoru, en el sureste de Sierra Leona. Katherine Keili (derecha), de 12 años, también perdió a ambos padres por el ébola, en la localidad de Bumpeh (Sierra Leona). Foto de Tommy Trenchard para Caritas

Veo a algunos estudiantes en el mercado al abierto, o por las calles, vendiendo objetos varios para poder ayudar a sus familias o ellos mismos. Otros juegan al fútbol e incluso los hay que ven vídeos de la mañana a la noche. Algunas chicas podrían no volver al colegio, porque se quedaron embarazadas. Ésta es una situación preocupante. Los efectos del ébola permanecerán en nuestra sociedad por mucho tiempo, incluso después de que se haya terminado la crisis. ¡Que Dios nos ayude!

Incluso aunque el gobierno, con ayuda del mundo exterior, esté intentando contener este virus tan contagioso, todavía hay personas que mueren de ébola y algunas casas siguen en cuarentena.

Todavía hay mucha gente que ignora las medidas de prevención. Es difícil eliminar la costumbre tradicional de lavar y tocar a los muertos y eso está ayudando a propagar el virus. Algunas personas insisten en realizar esos últimos ritos, antes de enterrar a sus seres queridos. Quienes lavan, visten, tocan y entierran, a las víctimas del ébola se contagian con el virus. Y, a su vez, algunas de esas personas contagian a otras.

Me puse en contacto con el Sr. Patrick Jamiru, de Caritas Kenema, que organiza talleres de sensibilización. Él ha facilitado información sobre el ébola a mis profesores de la Escuela Primara del Santo Rosario.

Los profesores plantearon muchas preguntas, como: si uno llama a un teléfono de urgencias para conseguir una ambulancia, pero no viene nadie, ¿qué se puede hacer? El Sr. Patrick Jamiru les dio su número, así él podría facilitarles el proceso y enfatizó que nadie debe tocar a los muertos.

Ellos también quería saber ¿por qué haya equipos animando a la gente a ir a los centros de tratamiento, cuando no hay una cura para el ébola? El Sr. Jamiru respondió que primero para que esa persona no contagie a los demás miembros de su familia y también porque, en el centro de tratamiento, los doctores y enfermeros ofrecen medicinas para todos los síntomas del ébola.
¡Seguimos rezando, para que un día el ébola nos deje en paz!

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