Restablecer la salud de los niños en Venezuela

Surilma Urrieta está sentada en su patio de cemento meciendo a su hija de siete meses, Rosymar, mientras esta da sorbos al biberón. La leche de fórmula que contiene es un preciado recurso para la familia, que sabe demasiado bien lo que significa no disponer de él. Hace solo dos meses Surilma se esforzaba duramente para alimentar no solo a Rosymar, sino también a su hermano gemelo, Eduardo, quienes nacieron de forma prematura.

Surilma perdió a su hijo debido a complicaciones causadas por la malnutrición. Con la asistencia de Caritas Venezuela, su hermana gemela ahora crece sana.

Como muchos venezolanos, la inflacción galopante que ha alcanzado el 2 735 por ciento, ha devastado a la familia de Surilma. “Después de dar a luz, di el pecho a mis dos hijos”, explica. “Yo estaba perdiendo muchísimo peso. Conseguir alimentos es complicado. Comía un poco de pan, a veces pasta, pero consumir carne y alimentos de ese tipo es difícil. Puedes trabajar una semana y ganar solo lo suficiente para comprar un kilo de pasta”.

Obligada a reducir los gastos en alimentos, el suministro de leche de Surilma mermó. Los gemelos no cogían peso. Ella reunía dinero para comprar cartones de leche a 600 bolívares – dos veces su salario semanal. “Estaba tan desorientada que no sabía que tenía que comprar leche de fórmula”, explica. Aunque lo hubiera sabido, el precio no es bajo, 800 bolívares, y es casi imposible de encontrar. La leche de vaca inflamó el estómago de sus hijos, empeorando aún más su precaria salud.

La coordinadora de la Caritas local, Mayra Cardosa, se enteró de este caso y fue a hablar con ella. La ciudad de Alianza, donde viven Surilma y su familia, es parte de una red nacional de la Diócesis de Caritas que persigue crear una red de seguridad alimentaria para las mujeres embarazadas y en perido de lactancia, así como para los niños menores de 5 años.

Los informes trimestrales revelan la existencia de una crisis de salud pública que avanza rápidamente. Se trata de una crisis en la que el 68 por ciento de los niños demuestran sufrir diversos niveles de malnutrición y el 48 por ciento de las mujeres embarazadas cuyos casos han sido estudiados están en riesgo de malnutrición.

Cardosa dirige unas sesiones semanales de control del peso en las que se receta una determinada alimentación a los niños malnutridos, y en los casos más graves estos reciben atención médica de urgencia. Los gemelos de Surilma fueron admitidos en estas sesiones el mismo día que se conoció su caso. Eduardo, el más débil de los dos, no fue capaz de recuperarse.

Una red alimentaria ayuda a llenar un vacío

“La necesidad es mucho más fuerte que hace un año”, dice Cardosa. “Las familias están sobreviviendo a base de yuca. La piel de las personas se está volviendo amarilla”. Cada mes, las sesiones de control revelan un aumento de los casos extremos. En enero, el 17 por ciento de los niños que estaban siendo controlados fueron diagnosticados con malnutrición aguda grave, un salto del 3 por ciento respecto al mes anterior.

Sin embargo, el bajo peso no es lo único que preocupa a Cardosa. “Los niños llegan a nosotros con enfermedades de la piel y llenos de piojos”, explica. “No disponen de los artículos básicos para la higiene personal. La pasta de dientes cuesta entre 200 y 300 bolívares. ¿Cómo van (las familias) a comprar estas cosas cuando ni siquiera tienen comida?”.

A Cardosa le preocupa que los niñosque ella ve sean propensos a contraer otras enfermedades, puesto que no tienen acceso a medidas preventivas básicas como el jabón. La debilitada economía ha perjudicado el sistema sanitario y ha causado que enfermedades que se creían erradicadas hayan vuelto de forma radical. Cada vez se dan más casos de malaria y fiebre tifoidea y las existencias de medicamentos son demasiado pocas para evitar que se propaguen las enfermedades.

Todas las semanas Cardosa y su equipo trabajan para fortalecer a los niños de Alianza. “Recibimos a los niños con un vaso de leche y algo de comida. Les damos lo que podemos”, explica. Dos veces al mes los casos más graves son inscritos en el programa SAMAN para recibir una alimentación terapéutica. A lo largo de dos semanas, los participantes reciben Nutrialimentos, paquetes con alimentos completos y enriquecidos, altos en contenidos grasos, proteínas y vitaminas y minerales esenciales.

Una niña pequeña está siendo revisada por desnutrición en un control de peso creado recientemente y dirigido por la diócesis de Caritas Venezuela.

Cardosa afirma que la diferencia que puede observarse en los niños cuando empiezan y terminan el programa es notable. “Cuando llegan al programa es muy triste, no juegan bien, no sonríen, casi no se mueven, pero cuando terminan se ve que se divierten y están sonrientes”.

Los sueños de Surilma para su hija

Un total de 44 parroquias en 15 diócesis de toda Venezuela está participando activamente con mucha disposición para ponerse pronto en acción.

“Con la muerte de mi hijo me quedé destrozada, pero ellos (Caritas Venezuela) me dijeron que no me dejarían. Esto me dio la esperanza de que no le ocurriría lo mismo a hija. Doy gracias a Dios cada día por haber puesto a Caritas en nuestro camino”, dice Surilma.

La hija de Surilma antes tenía las mejillas hundidas y los huesos muy finos, pero ahora están engordando gracias a las entregas regulares de leche de fórmula infantil y de cestas de alimentos procedentes de su parroquia, Madre María, y de Caritas Venezuela. “La miro y siento cómo se me llena el corazón de alegría. La situación en Venezuela es difícil. Tenemos las manos atadas. Con lo poco que ganamos no podemos comer. No hay nada”.

Mientras que su hija sorbe lo último que queda en el biberón, Surilma sueña sobre su futuro. “Tuve que apartar la tristeza por la muerte de mi hijo para centrarme en ella. Ahora está muy gordita. Quiero que vaya a la escuela, que estudie y que llegue a ser alguien especial. Estoy pidiendo a la gente que siga apoyando este programa; me ha ayudado muchísimo. En Venezuela no comemos bien, pero gracias a este programa se está haciendo algo bueno en este país y también en el mundo”.

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